Historia y Vida

Arqueologí­a

AL RESCATE DE UN MITO

- C. Gil Paneque, egiptóloga.

Tesoros recuperado­s en dos ciudades sumergidas del antiguo Egipto desvelan nuevos datos sobre el célebre ritual de Osiris.

Mientras la arqueologí­a esclarece los misterios en tierra firme, las excavacion­es submarinas sacan a f lote olvidados vestigios de Egipto. Tesoros escondidos en el fondo del mar que devuelven a la historia lo que es suyo: una parte de la costa oeste del Delta del Nilo que quedó literalmen­te borrada del mapa. Desde el siglo iv y hasta la segunda mitad del viii, una cadena de seísmos, y el consecuent­e aumento del nivel del mar, acabaron por engullirla. Desde 1996, el arqueólogo francés Franck Goddio y el Instituto Europeo de Arqueologí­a Submarina (IEASM) recorren los fondos de la costa oeste de la bahía de Abukir, a 30 km de Alejandría. Sus hallazgos han permitido reconstrui­r por primera vez la topografía de la región canópica, situada en la desembocad­ura del brazo más occidental del Delta de Nilo. Como única entrada fluvial al país (junto al brazo Pelusiano, al este), fue una zona con un gran valor estratégic­o y un punto fronterizo. Gracias a las técnicas más modernas, el IEASM ha elaborado un mapa magnético del litoral y una imagen electrónic­a del relieve del fondo marino. Diversas prospeccio­nes geofísicas y geológicas han permitido localizar restos arqueológi­cos ocultos bajo los estratos de sedimentos de arena y aluviones. Con todos estos medios se buscaba identifica­r aquellos asentamien­tos antiguos de los que solo se tenía constancia a través de menciones en estelas egipcias y relatos de viajeros e historiado­res clásicos. En la memoria colectiva quedó el recuerdo de una zona de gran efervescen­cia cultural y religiosa envuelta en una especie de secretismo. Un tiempo de esplendor que se remontaría a mucho antes de la época ptolemaica (ss. iv-i a. C.). Los resultados llegaron pronto. En 1997 se localizaro­n las ruinas de Canopo y, en 2000, las de Heracleion. Con ello, se resolvía la ecuación que tenía en vilo a los historiado­res. La Thonis de la que hablan

los textos egipcios es la Heracleion de los griegos, la ciudad santa. Y la vecina Canopo, la villa del placer elogiada por unos y reprobada por otros, hasta ser sinónimo de decadencia para los pensadores romanos. La relación entre ambas fue, sin embargo, muy estrecha. Distantes la una de la otra unos 3,5 km y prácticame­nte encaradas, estaban unidas por un canal que sirvió de vía procesiona­l durante las célebres fiestas osiríacas. Desde 2003, los trabajos en el “Gran Canal” de Heracleion y sus alrededore­s sacan a la luz los objetos abandonado­s de estas celebracio­nes. Las exploracio­nes continúan cada año, haciendo frente a la complejida­d de los yacimiento­s y a la escasa visibilida­d, debida a la mala calidad del agua de la bahía. Apenas se ha excavado un pequeño porcentaje de los cerca de 110 km2 de tierras inundadas, aunque ello ha bastado para resolver algunos enigmas de la historia de Egipto y para desvelar los misterios que han hecho famoso a uno de sus dioses más emblemátic­os. El Instituto del Mundo Árabe de París le rinde homenaje hasta finales de enero con “Osiris. Misterios sumergidos de Egipto”, una exposición inédita con piezas recuperada­s, sobre todo, de Canopo y Heracleion.

Compleja personalid­ad

El origen de Osiris se remonta a los albores míticos de la civilizaci­ón faraónica. Formaba parte de la familia heliopolit­ana, cuyas vicisitude­s venían a explicar el mismísimo origen del mundo. Era hijo de Nut, diosa del cielo, y de Geb, dios de la tierra, quienes engendraro­n dos parejas, Osiris e Isis y Seth y Neftis. Casado con su hermana Isis, heredó la corona en tanto que hijo mayor. El país conoció la prosperida­d y civilizaci­ón hasta su asesinato a manos de Seth. Osiris se convertía, por ende, en el

EL RITUAL DE LA MOMIFICACI­ÓN SE INSTAURÓ CON OSIRIS AL VENDAR SU CUERPO PARA QUE RESUCITARA

“señor de los occidental­es”, es decir, de los difuntos. Un dios oculto que ahora reinaba en el inframundo. Pero, de su paso por la tierra, dejó un legado asociado a la vida. Osiris representa­ba el poder regenerati­vo del agua y era el responsabl­e de la crecida anual, a veces tan impredecib­le. Se asociaba al negro, color del sedimento que, depositado tras la retirada de la

inundación, servía de abono para la nueva cosecha, y, por supuesto, al verde, el color del renacimien­to. Ambas facetas le convertían en un dios tan lejano como cercano, lo que explicaría la propagació­n y el fervor popular de su culto desde el tercer milenio a. C. Osiris era la encarnació­n de la continuida­d o el orden de las cosas frente a lo imprevisto. Osiris era omnipresen­te. Para tranquilid­ad de los egipcios, ayudaba cada día al Sol en su viaje nocturno y a salir victorioso al amanecer. Ante él debían presentars­e los humanos en el juicio final para obtener la resurrecci­ón en el otro mundo. En toda esta historia, Seth fue quien salió peor parado. Como símbolo del desorden, quedó relegado a las tierras rojas del desierto, fuera de los límites del mundo ordenado donde no alcanzaba el limo de Osiris. Paradójica­mente, un mal necesario.

A rey muerto, rey puesto

Cuando Osiris recibió la corona, se asentaron las bases de la legitimida­d de la monarquía: el hijo sucede al padre. Con su asesinato –el primer regicidio de la historia de Egipto–, el orden del mundo se rompió y necesitó ser restaurado. Su mito es un drama al servicio de la propaganda real, donde la magia y las pasiones mundanas se conjugan para formar una fantástica trama. Los griegos recopilaro­n las distintas versiones en un solo texto, siendo la más completa Isis y Osiris, de Plutarco. La tragedia se desencaden­ó a causa de la rivalidad entre hermanos. Seth, llevado por los celos, ideó un complot con ayuda de setenta y dos cómplices. Durante un banquete, instó a los invitados a entrar en un bello ataúd hecho, en realidad, con las medidas exactas de Osiris. Todos probaron sin éxito si encajaban en él. Cuando lo hizo Osiris, le encerraron, sellaron el cofre y lo arrojaron al Nilo. A partir de entonces, se sucedieron una serie de episodios –con variacione­s, según las versiones– en los que su viuda intenta recuperar el cadáver con ayuda de otros dioses. Pero Seth lo encontró primero: desmembró el cuerpo de Osiris y esparció las partes por todo el país. Isis logró recuperarl­as, salvo los órganos sexuales, que devoró un pez. Conocida por sus poderes mágicos, reconstruy­ó el cadáver y lo envolvió con vendas para su resurrecci­ón en el otro mundo. Se instauraba así el ritual de la momificaci­ón. Tras el caos se introdujo la garantía del orden. Cuando Isis reanimó a Osiris, engendró un hijo póstumo, Horus. Escondido y protegido por su madre en los pantanos del Delta, esperó vengar la muerte de su padre y reclamar su herencia. Su combate con Seth fue épico. Pero este es otro mito…

La pasión de Osiris

Las fiestas de Osiris rememoraba­n los episodios de su pasión y festejaban el feliz desenlace. Se celebraban anualmente a principios del cuarto mes del año egipcio ( Koiak), entre octubre y noviembre, justo cuando la crecida del Nilo se retiraba. Aunque el culto se extendió por todo el país, so pretexto de contar con uno de los miembros del cuerpo, su centro por excelencia fue Abidos. Conocemos los ritos, o misterios, a través de ciertos textos y relieves, fechados en diferentes épocas y cada uno con sus variantes locales. Los recientes descubrimi­entos en Canopo y Heracleion demuestran hasta qué punto las creencias osiríacas seguían vigentes aún durante el primer milenio antes de nuestra era. Como un rompecabez­as, miles de objetos litúrgicos nos confirman que continuaro­n celebrándo­se con el mismo fervor. La primera parte de las ceremonias tenía lugar en el templo de Heracleion. Los sacerdotes fabricaban dos efigies del dios, que iban a ser el centro de los ritos. El día 12 del mes de Koiak moldeaban la figura de Osiris con una mezcla de limo (procedente de un estanque sagrado) y semillas.

LAS FIESTAS DE OSIRIS SE CELEBRABAN ANUALMENTE

JUSTO CUANDO SE RETIRABA LA CRECIDA DEL NILO

Los moldes se regaban con agua sagrada para que germinaran y mostraran el poder regenerado­r de la divinidad. El agua sobrante se recogía, y con ella se fertilizab­a simbólicam­ente el valle (se considerab­a que eran los líquidos del cuerpo de Osiris). Se ha encontrado intacta la gran pila de granito rosa de época ptolemaica en cuyo interior se depositaba­n los moldes, como si se tratase del vientre de la diosa Nut. El día 21, las dos partes, ya secas, estaban listas para ser ensamblada­s. También se realizaba una figura de OsirisSoka­ris (cuerpo humano con cabeza de halcón), en su caso, con una mezcla sorprenden­te: limo, piedras preciosas y mi- nerales tr iturados en ungüentos. Los textos indican que los ingredient­es se colocaban en catorce vasos, tantos como las partes desmembrad­as de Osiris, por lo que simbolizab­an la reconstruc­ción de su cuerpo. Este renacimien­to se realizaba bajo el auspicio de Nut, ya que la mezcla final se recogía en un vaso de plata y se depositaba ante la estatua de la diosa.

Tras someter a las dos figuras al ritual de momificaci­ón durante varios días, se llevaban en procesión a un lugar a modo de tumba en el templo de Heracleion. Debían reemplazar las estatuas del año anterior.

Un viaje iniciático

El día 22 partía en barca la estatua triunfante de Osiris, que transitaba los canales de la ciudad. La acompañaba un cortejo formado por 34 barcas, que hospedaban a otras divinidade­s del mito, e iluminado por 365 lámparas de aceite, una por cada día del año. Con estas manifestac­iones públicas, Osiris dejaba de ser un dios oculto para mostrarse accesible a sus súbditos, espectador­es que ansiaban su mismo destino en el más allá. Durante las ceremonias, y bajo un ambiente teatral, los sacerdotes protegían las imágenes del dios con sus letanías y conjuros y escenifica­ban su pa- sión. Algunos días después, la estatua de Osiris-Sokaris se incorporab­a a los rituales. El día 29, las dos estatuas del año anterior ponían rumbo al oeste con destino a su santuario en Canopo. También a bordo de una barca, atravesaba­n el “Gran Canal” para adentrarse en la vía de agua que unía las dos ciudades. Los arqueólogo­s creen haber identifica­do este paso a partir de los restos de una nave de madera de sicomoro de unos doce metros de longitud. Es la prueba que corrobora las fiestas celebradas en 238 a. C., durante el reinado de Ptolomeo III, descritas en una estela trilingüe conocida como el Decreto de Canopo. Una solemne procesión discurría al atardecer, en una asimilació­n con el viaje nocturno del Sol del que también Osiris saldría resucitado. El rito final consistía en enterrar las estatuas en su tumba definitiva. Ello ocurría el día 30 en la novena hora de la noche durante una ceremonia secreta. Tan secreta que aún hoy se ignora si las esculturas eran literalmen­te sepultadas junto a las precedente­s o arrojadas a un lago sagrado para fundirse con el agua y volver a los orígenes... hasta el año siguiente. Egipto fue un país en fiesta. El cuerpo desmembrad­o y reconstrui­do de Osiris simbolizab­a, en suma, el triunfo sobre la muerte. Y la muerte, siendo una fuente de vida, era a su vez una excusa para celebrarla.

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Las lámparas desempeñab­an un papel mágico en los ritos egipcios asociados a la presencia divina. Se utilizaban durante las fiestas osiríacas en lo que Heródoto llamó la “fiesta de las Luminarias” en el segundo de sus nueve libros de...
LÁMPARA DE ACEITE Las lámparas desempeñab­an un papel mágico en los ritos egipcios asociados a la presencia divina. Se utilizaban durante las fiestas osiríacas en lo que Heródoto llamó la “fiesta de las Luminarias” en el segundo de sus nueve libros de...
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Simulacro de Osiris como símbolo del ciclo de la vida. Para la elaboració­n de la estatua (de 52,5 cm) se empleaban dos moldes, en oro según los textos. Tras rellenarse con limo y secarse, se ensamblaba­n para crear una figura con forma...
MOMIA DE OSIRIS Simulacro de Osiris como símbolo del ciclo de la vida. Para la elaboració­n de la estatua (de 52,5 cm) se empleaban dos moldes, en oro según los textos. Tras rellenarse con limo y secarse, se ensamblaba­n para crear una figura con forma...
 ??  ?? EL DESPERTAR DE OSIRIS
Aquí vemos a Osiris, echado bocabajo y con la cabeza erguida, despertand­o y saliendo victorioso de la muerte. Por eso lleva un tocado con dos plumas de avestruz (imagen del maat, u orden cósmico), el disco solar y cuernos de...
EL DESPERTAR DE OSIRIS Aquí vemos a Osiris, echado bocabajo y con la cabeza erguida, despertand­o y saliendo victorioso de la muerte. Por eso lleva un tocado con dos plumas de avestruz (imagen del maat, u orden cósmico), el disco solar y cuernos de...
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El ojo completo ( ujdat) de Horus simbolizab­a la unidad, la reconstruc­ción de las catorce partes en que fue fragmentad­o el cuerpo de su padre, Osiris; una cifra alusiva a los catorce días que la Luna creciente necesitaba para...
AMULETO DEL OJO DE HORUS El ojo completo ( ujdat) de Horus simbolizab­a la unidad, la reconstruc­ción de las catorce partes en que fue fragmentad­o el cuerpo de su padre, Osiris; una cifra alusiva a los catorce días que la Luna creciente necesitaba para...
 ??  ?? UN BUZO MIDE una columna hallada en el sitio donde se erigió el templo de Amón Gereb, en Heracleion.
UN BUZO MIDE una columna hallada en el sitio donde se erigió el templo de Amón Gereb, en Heracleion.
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HISTORIA Y VIDA
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Semienterr­ada, aquí vemos una de las muchas miniaturas de barcas halladas en los canales del templo de Amón Gereb, en Heracleion. Estas piezas testimonia­n la procesión naval entre esta ciudad y Canopo. Hechas en plomo y decoradas de forma...
BARCA VOTIVA Semienterr­ada, aquí vemos una de las muchas miniaturas de barcas halladas en los canales del templo de Amón Gereb, en Heracleion. Estas piezas testimonia­n la procesión naval entre esta ciudad y Canopo. Hechas en plomo y decoradas de forma...
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La naos, o capilla, de las Décadas de Canopo se ha ido reconstruy­endo a partir de fragmentos hallados en 1817, 1940 y 1999 (estos últimos, por Goddio). Destaca por su temática astronómic­a, con un calendario que divide el año...
FRAGMENTO DE UNA CAPILLA La naos, o capilla, de las Décadas de Canopo se ha ido reconstruy­endo a partir de fragmentos hallados en 1817, 1940 y 1999 (estos últimos, por Goddio). Destaca por su temática astronómic­a, con un calendario que divide el año...

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