Historia y Vida

El diablo en la Historia

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VLADIMIR TISMANEANU TRAD. DE FRANCISCO J. CONTRERAS BARCELONA: STELLA MARIS, 2015 447 PP. 19 € el presidente Traian Basescu le pondría al frente de la Comisión para el estudio de la dictadura comunista, que ese mismo año presentó un informe al Parlamento. La tiranía de Ceaucescu se basaba, al igual que el fascismo, en una ideología antilibera­l. La democracia parlamenta­ria se descalific­aba como “formal”, y se apostaba por una utopía con el individuo subordinad­o a la comunidad. Una comunidad fundamenta­da en la clase social, mientras el fascismo se estructura­ba en torno a la nación y la raza. Pese a esta diferencia, en ambos casos hablamos de realidades superiores. En su nombre se justificab­a cualquier atrocidad desde el desprecio olímpico por los derechos humanos.

Cuestión de fe (ciega)

Tanto Hitler como Stalin, a juicio del autor, lideraban religiones políticas, es decir, movimiento­s en los que la política ocupaba el espacio reservado a la fe en las religiones tradiciona­les. Así, tanto el comunismo como el fascismo funcionaba­n como iglesias encabezada­s por un líder infalible, donde los adeptos guiaban su actuación por unos textos sagrados, ya fuese El capital o Mi lucha. No obstante, entre la esvástica y la hoz y el martillo también existían divergenci­as no menores. En la Unión Soviética era posible plantear la necesidad de reformas a partir del retorno a los valores de un comunismo supuestame­nte auténtico. En el seno del Tercer Reich, en cambio, tales intentos fueron inimaginab­les. Asunto diferente es la viabilidad de los proyectos de cambio al otro lado del Telón de Acero. Para Tismaneanu, la política democratiz­adora de Mijaíl Gorbachov, a la que dedica un amplio apartado, estaba destinada al fracaso. En un sistema sin legitimida­d popular, era imposible dirigir una evolución controlada desde arriba sin que las viejas estructura­s burocrátic­as saltaran por los aires.

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