LAS NOTAS MUSICALES
Una forma de fijar las Melodías Para recordarlas
Los griegos usaban letras y signos para representar sonidos musicales, pero, en la práctica, solían tocar de oído. Los bizantinos perfeccionaron el sistema, que en Occidente, sin embargo, se perdió. En el cambio del siglo vi al vii, Isidoro de Sevilla declaraba, afligido: “A menos que los sonidos sean recordados por el hombre, estos perecen, porque no pueden ponerse por escrito”. a partir del siglo ix, los monjes empezaron a dibujar neumas sobre el texto para indicar el número de notas de una sílaba, así como la tendencia ascendente o descendente de la melodía. En las sinagogas se introdujo otro tipo de notación, que ayudaba a improvisar los salmos. Pero fue el benedictino Guido de Arezzo, en el siglo xi, quien dio nombre a las siete notas de la escala musical. Lo hizo partiendo de un himno dedicado a san Juan Bautista, una composición donde la diferencia entre la primera sílaba de cada uno de sus siete versos era exactamente de un tono: Ut queant laxis / Resonare fibris / Mira gestorum / Famuli tuorum / Solve polluti / Labii Reatum / Sancte Ioannes. De ahí tomaron su nombre las primeras notas, aunque “ut” se convertiría en “do” en el siglo xvi. A Arezzo debemos también el tetragrama, precursor del pentagrama, que por primera vez permitía registrar el tono exacto de cada nota. A finales del siglo xii, los músicos de Notre Dame de París añadieron las primeras indicaciones sobre ritmo. En la imagen, ángeles cantores en una tabla de Alcover, Tarragona, c. 1457.