MOLINOS DE AGUA Y VIENTO
Explotar la fuerza de la naturaleza Catapultó la Capacidad de trabajo
La dieta de la Alta Edad Media se basaba en carne y verduras, pero el incremento de la población en la Baja Edad Media obligó a aumentar la superficie de cultivo y a apostar por legumbres y cereales. No obstante, de poco habría servido cultivar trigo y cebada en grandes cantidades si los molinos hubieran continuado siendo manuales. A partir del siglo viii, el molino de agua empezó a formar parte del paisaje urbano en todas las poblaciones con río, aunque los había de dos tipos: los de mecanismo horizontal, aptos para corrientes pequeñas, y los verticales, que eran más costosos y requerían grandes caudales (abajo pueden verse molinos de agua verticales en el Pont aux Meuniers, sobre el río Sena de París; detalle de una miniatura de Vie de Saint Denis, manuscrito francés del siglo xiv). en el Siglo xii surgieron los molinos de viento, muy útiles en regiones con escasez de agua, como La Mancha. Los molinos hidráulicos verticales, además de resultar más eficaces que los horizontales, eran multitarea. San Bernardo de Claraval describe cómo un monasterio aprovecha cada gota de agua del río que lo atraviesa, con sucesivos mecanismos para moler el grano, abatanar tejidos y curtir pieles.