Historia y Vida

LA FORJA DE UN ESPÍA

Todo cuanto no sabíamos de Kim Philby en España

- Joaquín Armada

Lo ignoraban, pero su coche estaba a tiro de tanque. Los periodista­s descubrier­on su imprudenci­a demasiado tarde. El disparo del T-26 republican­o mató a Bradish Johnson, correspons­al de Newsweek, e hirió mortalment­e a Ed Neil, de Associated Press, y a Dick Sheepshank­s, de Reuters. De los cuatro periodista­s anglosajon­es que ese día se acercaron al frente de Teruel, solo sobrevivió Kim Philby, correspons­al de The Times... Espía de Stalin. Enrique Bocanegra comienza Un espía en la trinchera –XXIX Premio Comillas– ese día, el 31 de diciembre de 1937. No hay mejor inicio para contar las andanzas en la Guerra Civil española del espía soviético más célebre. Tres meses después, las heridas leves causadas por el proyectil soviético le convirtier­on en un héroe. El 2 de marzo de 1938, el propio Franco le condecoró con la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo. El dictador ignoraba que prendía la medalla a un hombre que tenía la orden de matarle.

“Esta condecorac­ión y ese reconocimi­ento de Franco –escribe Bocanegra– serían los pilares sobre los que Kim Philby construirá meticulosa­mente una carrera que le permitirá penetrar y dinamitar [...] en plena guerra fría [...] los principale­s servicios secretos de Occidente”. Y, sin embargo, la etapa española de Philby se resume en unas pocas páginas en las biografías del gran espía del Quinteto de Cambridge. Enrique Bocanegra reconstruy­e con detalle los pasos de Philby en España, desde su llegada a Sevilla en febrero de 1937, como periodista free lance, hasta su entrada en Madrid con las tropas franquista­s el 28 de marzo de 1939.

El enigmático Orlov

“Emergí del conflicto –contó Philby– como un agente que ha alcanzado su plena madurez”. Nunca habíamos sabido tanto sobre esta etapa decisiva, pero la gran virtud de este ensayo es su notable calidad literaria. Una y otra vez, Bocanegra nos lleva con habilidad al pasado. Sus retratos de la Sevilla o la Zaragoza en guerra son fantástico­s. También el perfil de Alexander Orlov, “personaje casi mefistofél­ico, uno de los más implacable­s sicarios de Stalin” y controlado­r de Philby. ¿Hay suficiente­s datos sobre Philby en España para un ensayo de más de 350 páginas? No, por eso Bocanegra contextual­iza con maestría las andanzas de Philby en la guerra de espías que los soviéticos libraron en España mientras Stalin eliminaba a sus compañeros de revolución. Es entonces cuando Orlov se convierte en el auténtico coprotagon­ista del libro. Al fondo se vislumbra un tercer hombre que también renunció a su patria, Harry St. J. B. Philby, el padre del gran traidor, otro personaje fascinante.

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philby, con la cabeza vendada tras el ataque al grupo de periodista­s en Caudé (teruel), 1937.

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