AUGUSTO EL MANIRROTO
Una parte no desdeñable de su fortuna se fue en espectáculos
AUGUSTO ERA RICO
hasta un nivel nunca visto anteriormente. A la herencia recibida de César había sumado las riquezas saqueadas en Egipto tras derrotar a Antonio y Cleopatra. Sabemos que empleó aquella fortuna en contentar a la plebe gracias a la Res gestae divi Augusti, una inscripción testamentaria que se distribuyó en diversos formatos a lo largo y ancho del Imperio y en la que se daba cuenta y razón de los grandes hechos del primer emperador.
EN ELLA PODEMOS
leer los importes que donó al pueblo, que a menudo equivalían a la paga de varios meses de un obrero. Debió de ser una buena suma global, pues en la inscripción podemos leer que los donativos “nunca se asignaron a menos de 250.000 hombres”.
AUGUSTO TAMBIÉN
ofreció a la plebe combates de gladiadores (abajo, Gladiadores, por Moreno Carbonero, 1882), cacerías de fieras salvajes y la visión de animales extraordinarios, como los 420 leopardos que trajo para una función. Uno de sus espectáculos fue la representación en un lago artificial de una batalla en la que participaron 30 barcos de guerra, entre otras naves. Todo un dispendio con el que contentar a la plebe, que con semejante despliegue llegó a ver a Augusto como su gran benefactor.