EL HEREDERO SOSLAYADO
Arturo I de Bretaña, el sobrino que el rey Ricardo Corazón de León dispuso para sucederle en el trono inglés.
EL HIJO PÓSTUMO
de Godofredo –quinto vástago de Enrique II y Leonor de Aquitania– nació en 1187 en Nantes. Su madre fue Constanza, hija del duque de Bretaña. Fue bautizado como Arturo, contraviniendo los deseos de su abuelo, que quería que se llamara como él. Su destino quedó marcado cuando, a los tres años, su tío Ricardo Corazón de León lo designó heredero.
POR ELLO, ARTURO
fue objetivo de las intrigas de su resentido tío Juan. Su madre fue su principal valedora, pero no pudo evitar que, tras la muerte de Ricardo en 1199, Juan se hiciera con el trono inglés. Pese a todo, Arturo, duque de Bretaña, siguió representando una amenaza para el nuevo rey, materializada por el apoyo que recibió por parte de Felipe Augusto de Francia.
EN 1202, UN AÑO DESPUÉS
de la muerte de su madre, Arturo sitió el castillo de su abuela Leonor en Poitiers. La ya octogenaria dama alertó a su hijo pequeño, el cual, con celeridad sorprendente, acudió en su ayuda. Arturo fue hecho prisionero y trasladado a Rouen. Allí desapareció misteriosamente en abril de 1203, aunque la percepción unánime es que fue asesinado por su tío. Juan I también se encargó de la hermana de Arturo, Leonor, encerrada en el castillo de Corfe, en Dorset, hasta su muerte, cuarenta años después.