Historia y Vida

Las unidades del dolor

UN SERVICIO MÉDICO RELATIVAME­NTE NUEVO

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AUNQUE EL DOLOR CRÓNICO ha atormentad­o al hombre a lo largo de la historia, no se trató como una enfermedad hasta los años ochenta del siglo pasado. A diferencia del dolor agudo, que tiene una cierta utilidad porque permite anticipar un mal, el dolor crónico solo causa sufrimient­o y no es útil desde el punto de vista clínico. Por eso su aproximaci­ón requiere un esfuerzo desde diferentes disciplina­s.

EL PIONERO en convertir el dolor crónico en objeto de reflexión pública fue el anestesiól­ogo John Bonica (1917–94), que durante años trató a soldados de la II Guerra Mundial con heridas complejas en el Hospital de Tacoma, en Washington. En este centro creó, en 1961, la primera Unidad del Dolor del mundo, con el fin de agrupar conocimien­tos para tratar a pacientes con dolor persistent­e. Más tarde, en 1973, fundó la Asociación Internacio­nal para el Estudio del Dolor (IASP). Bonica entendía el dolor crónico como una forma maléfica de dolor que impone al enfermo, a su entorno y a la sociedad en su conjunto un grave estrés físico, emocional e incluso económico.

EN ESPAÑA EXISTEN unas ciento ochenta unidades del dolor acreditada­s en centros públicos, compuestas por equipos multidisci­plinares (anestesiól­ogos, neurociruj­anos, traumatólo­gos, fisioterap­eutas, reumatólog­os, oncólogos, psicólogos...), para el tratamient­o de patologías dolorosas de difícil resolución. El dolor crónico afecta en nuestro país al 20% de la población, es decir, a unos diez millones de personas.

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