LA SUCESIÓN DE STALIN
El estreno de la polémica película La muerte de Stalin, que ha sido prohibida en Rusia, nos acerca a un período trascendental en la historia de la Unión Soviética: la desestalinización.
LA MADRUGADA DEL 1 DE MARZO de 1953, Josef Stalin se retiró a su habitación después de celebrar una de sus interminables cenas con la cúpula del gobierno. El mandatario solía dormir hasta tarde, pero ese día se estaba demorando más de lo normal. Las horas pasaron sin que nadie se atreviera a molestarle. Cuando, alrededor de las once de la noche, su guardia personal decidió entrar en su cuarto a ver qué ocurría, se encontraron al dirigente inconsciente en el suelo en medio de un charco de orina. Los médicos dictaminaron que había sufrido un derrame cerebral como consecuencia de la ateroesclerosis que padecía. Paralizado y sin capacidad de habla, Stalin estuvo agonizando hasta que murió cuatro días después, el 5 de marzo. Su cuerpo fue embalsamado y sepultado en el mausoleo de la plaza Roja junto al de Lenin. LUCHA POR LA SUCESIÓN Como describe de forma satírica la película La muerte de Stalin (ver pág. 97), la sucesión del mandatario no fue sencilla. Tras casi treinta años de gobierno autoritario y personalista, el vacío de poder que dejó fue enorme. Stalin no había nombrado a ningún sucesor, ni estaba claro quién debía serlo. La ausencia de un candidato indiscutible provocó una disputa por el liderazgo que se alargó durante tres años. A pesar de que hasta el núcleo más duro del estalinismo estaba de acuerdo en la necesidad de hacer reformas, existía una profunda división interna. Había dos facciones principales: los partidarios de la supremacía del aparato estatal, con el conservador Gueorgui Malenkov a la cabeza, y los defensores de la hegemonía del partido, capitaneados por el reformista Nikita Jruschov. TRAS VARIOS AÑOS de disputas, Jruschov se hizo finalmente con el poder. En el Congreso del Partido Comunista celebrado en 1956, el mandatario pronunció un discurso en el que denunció abiertamente las políticas represivas de Stalin y el culto a su personalidad. Con estas críticas perseguía un doble objetivo: desacreditar a sus rivales políticos, asociándolos con el estalinismo, y eximir al partido de cualquier responsabilidad sobre los pasados abusos de poder.
LA DESESTALINIZACIÓN se materializó de diversas maneras: se liberó a miles de presos políticos, se aplicaron reformas económicas y sociales, se relajó la censura, se aflojó el control sobre los países del bloque del Este (facilitando las revueltas en Polonia y Hungría) y se produjo una tímida apertura a Occidente que conllevó el alejamiento con la China de Mao. El “deshielo” también derritió el recuerdo de Stalin. Su figura fue progresivamente eliminada de la vida pública. Se retiraron estatuas y retratos, se cambió el nombre de la emblemática Stalingrado por Volgogrado y, como simbólico colofón, se trasladaron los restos del dictador a un cementerio fuera del Kremlin. Carlos Joric