DE ESTOS NO HAY MÁS QUE UNO
CON MÁS DE SESENTA años, casi ciego y con paso vacilante, Bach acudió en 1747 al palacio de Sanssouci para conocer a Federico II. Llegó en mitad de un concierto de flauta compuesto por el monarca. Sin dudarlo, el rey interrumpió el acto y retó a su invitado a que desarrollara un tema según las reglas del contrapunto. Minutos después, el monarca pudo escuchar interpretada a flauta por el músico una delicada fuga a seis voces. Admirado, Federico II exclamó: “Solo hay un Bach... Solo hay un Bach”.