CON LA CABEZA EN SU SITIO
El esqueleto descubierto en Pompeya no murió aplastado, como se creía
A FINALES DEL PASADO mes de mayo se encontraron en Pompeya los restos de un hombre que parecía haber sucumbido, en su huida de la erupción del Vesubio, al derrumbe de una enorme piedra sobre su cabeza y parte del torso. Las primeras investigaciones apuntaban a que habría superado la primera fase del estallido, que había dejado sobre buena parte de la ciudad una capa de piedra pómez. Sin embargo, habría sido víctima de las consecuencias de la segunda fase, el flujo piroclástico, combinación de gases y materiales volcánicos que actúa como una explosión y que habría dado pie a la caída de tejados y paredes de casas.
HA RESULTADO QUE NO, que este hombre, de unos treinta años, no falleció por buscar refugio en una callejuela y recibir el impacto de un dintel desplomado. Al retirar semanas después del hallazgo la piedra de 300 kilos, han aparecido intactos los huesos del torso y el cráneo, que se esperaba que estuviesen pulverizados. Por lo visto, bajo los restos del pompeyano se excavó un túnel en busca de antigüedades para Carlos III, rey de Nápoles entre 1734 y 1759, de modo que parte del cuerpo acabó desplazado de su posición original. La nueva conclusión es que el personaje murió seguramente por asfixia a causa del flujo piroclástico.
LOS ARQUEÓLOGOS TAMBIÉN han encontrado junto a los restos un monedero de cuero con veinte monedas de plata y una llave de hierro, supuestamente la de su casa. Las monedas, que equivalían a ochenta sestercios en total, habrían permitido a una familia subsistir sin problemas durante quince días, por lo que se deduce que nuestro protagonista debía de disfrutar de un estatus medio.