EL HÉROE DE LAS SEIS TUMBAS
Los restos del general no descansaban en paz.
LUIS DE LACY FUE insubordinado y rebelde aun después de muerto. Su cadáver dio tantos quebraderos de cabeza como en vida. Tres años después de fusilado y enterrado en el castillo de Bellver, sus restos fueron exhumados y trasladados a Barcelona tras el pronunciamiento de Riego, que dio inicio al Trienio Liberal. Las nuevas autoridades restituyeron los honores al general, cuya nueva sepultura se habilitó en la capilla castrense de la Ciutadella.
RESTABLECIDO EL ABSOLUTISMO en 1823, se ordenó retirar los restos de Lacy y lanzarlos a un estercolero. Pero el párroco incumplió la orden y los escondió en el huerto de la iglesia. En 1869, un periodista publicó la historia y, tras un largo proceso, los restos fueron localizados y exhumados en 1881.
QUEDARON ENTONCES
BAJO la custodia de un notario. En 1903, la viuda y el hijo de este los entregaron a las autoridades. Querían deshacerse de aquella macabra urna, que fue depositada en un nicho en Montjuïc. En los años cuarenta, la instalación amenazaba ruina, y Lacy fue trasladado al cementerio de Sant Andreu de Barcelona, a un nicho (en el centro de la imagen) de un panteón para soldados sin familia. Y ahí permanece hoy la última y humilde sepultura del glorioso general Lacy. Al menos de momento.