DURMIENDO EN CASA DE STALIN
El líder georgiano se desvive por su invitado norteamericano
EN LAS DOS OCASIONES en que Stalin y Roosevelt se vieron cara a cara, el líder ruso fue el anfitrión. Stalin se tomaba muy en serio su papel, y hacía todo lo posible por que su huésped estuviera satisfecho con el alojamiento. Durante su primera cumbre en Teherán, Roosevelt dormía en la embajada rusa. Una mañana, el líder ruso visitó al es- tadounidense en su habitación y le preguntó qué tal había dormido. Roosevelt respondió que había descansado bien, pero que le había costado conciliar el sueño porque croaban las ranas del estanque. No fueron más allá en la conversación, pero, según los soviéticos, Stalin mandó matar todas las ranas para que no molestaran más a Roosevelt.
SU SEGUNDA CITA FUE directamente en la Unión Soviética; en concreto, en Yalta. Allí, Stalin ya pudo dar rienda suelta a su faceta de anfitrión plenamente, y alojó a Roosevelt en el Livadia (en la imagen), un palacio de 50 habitaciones construido por el último de los zares como retiro veraniego a principios del siglo xx. Para ponerlo a punto para el presidente tras los destrozos de la ocupación nazi, se emplearon cuadrillas de obreros durante semanas enteras desde las cinco de la mañana hasta la medianoche.