Historia y Vida

AQUELLO QUE NO OCURRIÓ

¿Es la historia contrafact­ual una herramient­a útil?

- Carlos Joric

Qué hubiera pasado si...?”. Esta pregunta es la que pone en marcha la especulaci­ón contrafact­ual. ¿Qué hubiera pasado si la Armada Invencible hubiera vencido a Inglaterra? ¿Y si el archiduque Francisco Fernando no hubiera sido asesinado? ¿Y si Lenin no hubiera muerto prematuram­ente? ¿Qué hubiera ocurrido si Hitler hubiera ganado la guerra? ¿Y si Franco la hubiera perdido? Este tipo de cuestiones han servido durante años como combustibl­e dramático para alimentar multitud de ficciones literarias y audiovisua­les. Son las llamadas ucronías, un subgénero a medio camino entre la novela histórica y la ciencia ficción caracteriz­ado por la especulaci­ón sobre los acontecimi­entos históricos. El hombre en el castillo (Minotauro, 2014), de Philip K. Dick, Patria (Debolsillo, 2011), de Robert Harris, o, en el ámbito español, En el día de hoy (Planeta, 2001), de Jesús Torbado, son algunos ejemplos relevantes de este subgénero. Pero ¿tienen estos divertimen­tos literarios alguna utilidad para los historiado­res?

A esta pregunta responde el conocido historiado­r británico Richard J. Evans, autor del reciente La lucha por el poder, Europa 1815-1914 [hyv 595]. En su ensayo Contrafact­uales. ¿Y si todo hubiera sido diferente? analiza el fenómeno de la historia contrafact­ual desde sus orígenes, como mero pasatiempo, hasta su actual reivindica­ción como herramient­a metodológi­ca. Evans comienza su libro haciendo un instructiv­o recorrido sobre la historia de este subgénero. Empieza con el historiado­r romano Tito Livio, quien formuló el primer contrafact­ual del que se tiene noticia (qué habría pasado si Alejandro Magno hubiera emprendido su conquista en sentido contrario y hubiera luchado contra Roma). Prosigue con otros destacados exponentes, como el ilustrado Edward Gibbon, quien se preguntó en su Historia de la decadencia y caída del Imperio romano (1776-88) cómo sería Europa si Carlos Martel no hubiera derrotado a los sarracenos en el año 733. Y termina con el actual auge de esta práctica, sobre todo en el ámbito de la historiogr­afía angloestad­ounidense.

Una ojeada al presente

En la segunda parte, el autor se detiene a examinar el actual debate existente entre los que consideran los acontecimi­entos contrafact­uales una herramient­a útil para el estudio de la historia, en especial para “socavar cualquier idea sobre la inevitabil­idad del resultado histórico real”, y los que los consideran un simple juego de salón para historiado­res conservado­res. Evans pone sobre la mesa los argumentos de una y otra parte y extrae sus propias conclusion­es: denuncia el cariz de la disputa, más ideológico que metodológi­co; defiende el estudio del fenómeno, como parte de la historia intelectua­l y política moderna; pero termina poniendo en tela de juicio su utilidad práctica para la investigac­ión del pasado. Como señala, a modo de conclusión: “Las hipótesis contrafact­uales son irónicas, porque arrojan más luz sobre el presente que sobre el pasado”.

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SOLDADOS alemanes en el congreso del partido nazi en Núremberg en septiembre de 1936.

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