EL ESPÍRITU DE LA CASA
Las dependencias de la Residencia de Estudiantes estaban en sintonía con sus objetivos de libertad y responsabilidad.
“SE BEBÍA EN EL AIRE. Se sentía en los otros”. Así recuerda el poeta y residente Gabriel Celaya la atmósfera especial que se respiraba en “la Colina de los Chopos”. Si algo caracterizaba al famoso “espíritu de la Casa” era la libertad total. “La libertad es completa. Se fuma, se habla siempre y en todas partes, etc.”, según Juan Ramón Jiménez.
PULCRITUD MORAL y física, sentido de la responsabilidad, independencia de criterios. Virtudes que la dirección del centro trata de transmitir a sus huéspedes. Los residentes que captaban de inmediato los ideales de la casa se convertían en ejemplo para los demás y eran llamados “espíritus”.
EL DISEÑO de los edificios y las habitaciones se inspira también en el proyecto pedagógico y estético de la Institución Libre de Enseñanza y emula los colleges británicos. “Casi una celda alegre clara. Cuatro paredes blancas desprovistas. A lo más un dibujillo a línea de Dalí, recién fijado sobre la cama del residente de aquel cuarto”, rememora Rafael Alberti. Los cuartos de la Residencia (abajo, postal de los años veinte) son casi celdas monacales, lugares cómodos pero sin lujo, con buena ventilación y bañados por la luz del sol, donde los residentes pueden concentrarse en sus estudios. Habitaciones que propiciaron el crecimiento intelectual y humano de cientos de universitarios llamados a transformar la sociedad española.