Canje de indeseables
LA OPERACIÓN DE INTERCAMBIO DE POBLACIÓN AUSPICIADA POR NANSEN Y SU USO PERVERSO
LOS EXITOSOS CANJES de poblaciones que protagonizó Grecia con Turquía y con Bulgaria a principios de los años veinte (abajo, refugiados búlgaros dejan Grecia en 1925) estuvieron trufados de xenofobia desde el principio. Los países mintieron al decir que pretendían únicamente repatriar a los miembros de su comunidad que vivían en un país que los hostigaba. Grecia y Turquía se enviaron entre sí a decenas de miles de personas que, simplemente, consideraban indeseables o peligrosas. Las forzaron a marcharse sin pudor. Quizá el caso más obvio fue el de Turquía, que deportó a Grecia a armenios, serbios, rumanos, gitanos y hasta árabes pertenecientes a la Iglesia ortodoxa helena. La marina griega llegó a embarcar a 45.000 personas al día del puerto de Esmirna, con la protección de los destructores estadounidenses.
GRECIA DEPORTÓ a todas las minorías musulmanas, que a menudo no tenían que ver con Turquía. Además, canalizó a algunos de los griegos que recibía de los turcos hacia la región de Macedonia, con la idea de diluir el peso de una población con pretensiones nacionalistas. Ese fue el precedente de la huida y deportación masiva de los refugiados macedonios a Bulgaria (el Tratado de Neuilly, en 1919, había decretado el intercambio de los búlgaros de Tracia y Macedonia por los griegos residentes en las costas del mar Negro) y el principio de la crisis para este país.