Historia y Vida

LOS OFICIOS OLVIDADOS DEL MERCADO

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“EL BÚHO ES el animal que más se ha disecado, y yo he visto en el Rastro, a lo largo de más de cuarenta años, más búhos y lechuzas que los que haya visto nadie”, confiesa Andrés Trapiello. El búho, tan presente en el Rastro, nos habla de uno de tantos oficios olvidados del mercado madrileño: los buhoneros. Comerciaba­n con cosas menudas, “buhonería”, como hilos, agujas, botones, mercería. Se hacían acompañar de un búho como reclamo, de ahí su nombre. Al margen de los curtidores, que dieron nombre a la ribera y establecie­ron allí sus talleres desde antaño, muchos otros oficios dieron color a las mañanas del Rastro. (A la izqda., escena del Rastro, por Goya, 1778-79).

DEL ANTIQUÍSIM­O GREMIO de los sastres surgen los ropavejero­s, o roperos de viejo, y los prenderos, vendedores de ropa usada y menaje. Las tensiones entre ambos colectivos serán constantes al compartir mercado. Los quincaller­os comerciaba­n con la quincalla, objetos de metal de escaso valor, como tijeras, dedales o imitacione­s de joyas. Horchatero­s, perreros, mieleros, tramperos, verduleros, areneros, traperos, choriceros, veloneros, calceteros, dulceros, cerilleros, cajeros, silleros, prenderos, estanquero­s, adivinador­es y saludadore­s. Son los oficios perdidos del Rastro. Sus pregones fueron durante muchos años la banda sonora de los domingos por la mañana.

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