SUPERFICHAJE DE FELIPE IV
DIEGO RODRÍGUEZ de Silva y Velázquez, Velázquez a secas para los amantes del arte, fue el fichaje estrella de la corte de Felipe IV. Cuatrocientos años más tarde, su nombre sigue siendo uno de los principales reclamos del Museo del Prado, que tiene por norma no ceder más de siete de sus obras al mismo tiempo. Ese número máximo se concentra estos días en Barcelona. Siete pinturas de gran categoría que se adscriben a otros tantos géneros: retrato, paisaje, pintura mitológica, historicista, áulica, religiosa, costumbrista. EN TODOS ellos destacó el sevillano, pero su talento no surgió de la nada, sino de un rico y profundo diálogo con los mejores pinceles de su época. Con algunos tuvo relación en sus años formativos, a otros los descubrió en sus dos viajes a Italia, pero la propia corte fue, durante cuarenta años, su gran fuente de influencias. LA COLECCIÓN REAL recibía obras maestras de toda Europa. Con Rubens y Tiziano como principales referentes, Velázquez pudo inspirarse también en El Greco, Murillo, Zurbarán, Ribera, Brueghel el Viejo, Van Dyck, Giordano, Antonio Moro o Claudio de Lorena, entre otros. UN ESTIMULANTE paseo por la iconografía del Siglo de Oro, de la mano de uno de sus creadores más brillantes, con piezas tan destacadas como Marte, Bufón con libros, El príncipe Baltasar Carlos a caballo o La adoración de los Reyes Magos. MARTE, Diego Velázquez, c. 1638. © Museo Nacional del Prado.