WASHINGTON VS. MOSCÚ
Un siglo con el mundo al borde de la catástrofe
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el mundo quedó dividido en dos bloques, el capitalista y el comunista. A un lado, Estados Unidos. Al otro, la URSS. Había comenzado la “Guerra Fría”, un conflicto que se denominó así porque las dos superpotencias no llegaron a enfrentarse abiertamente. Sí lo hicieron, de forma indirecta, al patrocinar a bandos distintos en diferentes contiendas civiles, como las de Corea y Angola. El historiador noruego Odd Arne Westad, especialista en política internacional, nos ofrece una amplia historia de este conflictivo período con varios aspectos originales.
Para empezar, Westad no comienza su historia en el habitual 1945, sino mucho antes, a principios del siglo xx. Fue entonces cuando los norteamericanos se convirtieron en un poder global, a la vez que los rusos, reconvertidos en la Unión Soviética, se afianzaban como un contramodelo del capitalismo. Se sentaron así las bases de un antagonismo que marcaría toda la centuria.
Una herencia envenenada
Otro punto novedoso del libro es un análisis auténticamente global, tal como advierte el subtítulo: “Una historia mundial”. El autor refleja la evolución de la Guerra Fría en los distintos continentes. De esta manera, muestra cómo muchos países siguieron caminos propios. El so- cialismo en Vietnam o Polonia no era igual que en la Unión Soviética, de la misma forma que la República Federal de Alemania y Japón no copiaba a Estados Unidos en todos los detalles. La pugna entre Washington y Moscú influía sobre el destino mundial a muchos niveles, pero eso no significa que lo determinara todo. La Guerra Fría..., ¿una reliquia del pasado? Westad argumenta de manera muy persuasiva que sus efectos llegan hasta hoy, por más que el Muro de Berlín cayera en 1989. El estilo de hacer política de la época, basado en la convicción de que el propio bando posee toda la verdad, se reconoce en las posteriores intervenciones exteriores de Estados Unidos. Una generación de políticos que se formó en la lucha contra el comunismo, la de Dick Cheney, Donald Rumsfeld o Paul Wolfowitz, aplicó en escenarios como Afganistán e Irak la misma receta de siempre: solución militar antes que diálogo. Francisco Martínez Hoyos