Cómo cambiar el mundo
La Europa de comienzos del siglo xvi se parecía demasiado a una guerra de todos contra todos. Erasmo estuvo atento a los problemas de su época y propuso soluciones. Su pensamiento, reflejado, entre otros de sus trabajos, en Elogio de la locura (1511), enlazaba el humanismo con la doctrina cristiana.
BIEN COMÚN. El monarca no debe hacer su voluntad, ni buscar su propio beneficio, sino servir a los intereses del conjunto de la sociedad. En opinión de Erasmo, el príncipe que comete arbitrariedades es en realidad un tirano.
EDUCACIÓN. Según este humanista, la formación es esencial para que los seres humanos se liberen de sus malos instintos. Una mala educación, en cambio, convierte a los individuos en bestias.
VIRTUD. Una buena persona tal vez no pueda ser un buen monarca, pero un buen monarca ha de ser necesariamente una buena persona. De lo contrario, no podrá obrar con rectitud.
IMPERIO DE LA LEY. Los ciudadanos, opina Erasmo, deben respetar unas normas justas y equitativas. Nadie está autorizado a saltárselas, ni siquiera el soberano.
PACIFISMO. Erasmo de Róterdam se opone con radicalidad al empleo de la guerra, atractiva solo para el que no la conoce por experiencia. El belicismo está en desacuerdo con las enseñanzas de Jesucristo.