LA IGLESIA DE LOS TEMPLARIOS DE LONDRES
A 660 KM de distancia se encuentra otra iglesia que también está sacando provecho comercial de El código Da Vinci. Se trata de la Temple Church, la iglesia que los templarios construyeron a finales del siglo xii en Londres a pocos metros de la actual Fleet Street, la calle en la que se agrupaban antiguamente las sedes de los principales diarios londinenses. Su característica más destacable es una nave circular original, de casi 17 metros de diámetro, llamada Round Church, basada en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. Medio siglo después se construyó la sección rectangular que completa la edificación.
LA ENTRADA cuesta cinco libras (algo menos de seis euros). Los responsables del templo no hacen público el número de visitantes, pero es importante, aunque no alcanza las cifras de Rosslyn, entre otras cosas porque durante los servicios religiosos se cierra a los curiosos. Eso sí, mientras en Rosslyn está prohibido fotografiar el interior del templo –las imágenes pueden adquirirse en la tienda–, en la Temple no hay ninguna limitación tras el pago de la entrada.
OTRA DE LAS CARACTERÍSTICAS de la iglesia es la presencia en la nave circular de varias efigies yacentes de caballeros medievales que a menudo se confunden con tumbas. Hay nueve en total y ninguno de ellos es templario. Simbolizan la protección de la iglesia. Allí acuden en la novela y la película Robert Langdon y Sophie Neveu, en compañía de Leah Teabing, siguiendo las pistas para la resolución del enigma que debe llevarles hasta el Santo Grial.
EL INTERIOR DE LA TEMPLE CHURCH (arriba a la derecha) es austero, siguiendo la tradición de las iglesias anglicanas, y goza de una luz natural impresio--
circular. Algunos grotescos y otros terroríficos, aunque también los hay de expresión sosegada.
TRAS LA DETENCIÓN DE LOS
templarios en 1307, la iglesia pasó a manos de la Corona, que posteriormente entregó a los caballeros hospitalarios. Frente a la iglesia se erige, en mitad de una plaza, una columna rematada por la figura de dos caballeros templarios montando un mismo caballo. Es un símbolo de pobreza de la orden de monjes soldados creada en 1118 por Hugo de Payns para proteger a los peregrinos por los caminos de Tierra Santa.
rior de Rosslyn fascina y cautiva, como hizo con los Wordsworth, Scott y Daguerre. La riqueza simbólica es casi asfixiante, recubriendo en su totalidad las paredes y hasta el techo, dividido en cinco áreas con distintos tipos de flores y estrellas. Las escenas bíblicas, como la expulsión del jardín del edén y la crucifixión, se mezclan con otras paganas, como el llamado Green Man, un rostro rodeado de vegetación que se repite y se relaciona con el ciclo de la vida. Algunos hablan también de imágenes relacionadas con la orden del Temple y la masonería, aunque este extremo es más que discutible. A todo ello contribuye el hecho de que la familia St. Clair ha sido reiteradamente relacionada con ambas organizaciones.
Leyendas interminables
Uno de los elementos más buscados por los visitantes es la conocida como columna del aprendiz, de bella factura y que esconde una curiosa historia. Cuenta la leyenda que el maestro constructor que dirigía los trabajos de la iglesia tenía que ausentarse un tiempo. Antes de partir había esculpido ya una primera columna de una pareja que debía situarse a los lados del altar. A su regreso, el maestro contempló con sorpresa que la segunda columna estaba ya también esculpida. Lo había hecho por su propia iniciativa un aprendiz con una destreza que superaba en belleza a la suya. Poseído por la rabia, el maestro asesinó al aprendiz con un golpe de martillo en la cabeza. Hoy las dos columnas pueden contemplarse junto al altar. A la izquierda, la del maestro, y a la derecha, la del aprendiz, que incluye ocho dragones esculpidos en la base que se vinculan con la mitología escandinava.
La historia de la columna del aprendiz ha alimentado que se asociara Rosslyn a la masonería, por la similitud de su leyenda con la de la muerte del fundador mítico de esta sociedad, el arquitecto del templo de Salomón, Hiram Abiff. El problema es que Hiram murió a manos de tres de sus trabajadores después de que rehusara revelarles los secretos de su maestría. En Rosslyn es el maestro quien asesina al aprendiz, exactamente al contrario. Una de las ventanas protagoniza otra historia curiosa: se dice que sus adornos son mazorcas de maíz. De ser así, ¿cómo es posible que los constructores tuvieran conocimiento de esta planta originaria de América antes de que Colón desembarcara allí en 1492? De nuevo entran en escena las teorías conspiranoicas que apuntan a un supuesto viaje precolombino de algún St. Clair al otro lado del Atlántico. Incluso algunos afirman que lo hizo en compañía de templarios que se habrían refugiado en Escocia tras la detención de los miembros de la orden en 1307 por mandato del rey Felipe IV de Francia y el papa Clemente V, ante el enorme poder económico y político que habían acumulado.
Otro elemento que atrae la atención son una serie de cubos que contienen lo que parece ser un patrón de puntos y líneas combinados. Para algunos se trata de un código secreto. Para otros podrían ser notas musicales. De hecho, unos investigadores aseguran haber descifrado una
ALGUNOS HABLAN DE SÍMBOLOS RELACIONADOS CON EL TEMPLE Y LA MASONERÍA, ALGO DISCUTIBLE
melodía a partir de las supuestas notas. También puede observarse en otro rincón de la capilla un ángel que sostiene un corazón, que se dice representa al rey Robert the Bruce, el gran héroe escocés.
Pros y contras de Hollywood
Ron Howard, director de El código Da Vinci, rodó durante cuatro días en Rosslyn en el otoño de 2005. Fueron diez horas diarias de intenso trabajo. La productora pagó 7.000 libras (unos 7.800 euros) al día a la Rosslyn Chapel Trust. El primer problema con que se encontró el equipo de rodaje fue la presencia de un andamio en la puerta oeste de la iglesia a causa de unos trabajos de rehabilitación, justo la entrada que utilizan Robert Langdon y Sophie Neveu para acceder al interior de la iglesia. Para superar ese escollo, Howard encargó una reproducción de la fachada que se superpuso al andamio, así que la entrada que se aprecia en la película es falsa.
Hay sin duda un antes y un después de El
código Da Vinci en Rosslyn. Mientras que los actuales gestores han asumido el rol comercial del monumento tras el éxito de la obra de Dan Brown, no todo el mundo ha adoptado el mismo entusiasmo. Muy crítico se manifestó en julio de 2005 Andrew Sinclair, descendiente de los St. Clair, en unas duras declaraciones al periódico británico The Sunday Times. En su opinión, la Rosslyn Chapel Trust no debiera haber accedido a rodar la película en la capilla. Sinclair calificó de “absurda” la decisión y declaró que el mensaje de la novela y el filme era “pernicioso” y “un montón de basura”. Según el descendiente de los St. Clair, la Rosslyn Chapel Trust tenía que haber imitado a los responsables de la iglesia de Saintsulpice, en París, y a los de la abadía de Westminster, en Londres, que rechazaron que se rodara en sus templos. “Rosslyn aceptó y ha sido una mala decisión”, aseguraba Sinclair, quien añadía que él no la habría alquilado para algo “tan terrible para la reputación de Rosslyn como El código Da Vinci”.
La Rosslyn Chapel Trust defendió su opción aduciendo que la película iba a ayudar a recaudar el dinero necesario para rehabilitar el monumento, como así ha sido. También recordó que muchas de las historias que rodean Rosslyn son “altamente especulativas”, y que, en cualquier caso, la entidad gestora tampoco suscribía las tesis de El código Da Vinci. Sea como fuere, la popularidad de la capilla se ha incrementado hasta tal punto que se ha convertido en un rentable negocio y en una excursión casi obligada para todo el que viaja a Edimburgo. Está a una distancia de tan solo 15 kilómetros que puede realizarse con un autobús de línea, el 37. Rosslyn es ahora tan famosa que entre sus visitantes se encuentra ni más ni menos que Batman. El superhéroe del cómic lo hizo en 2013, cuando se publicó la aventura Scottish Connection, con guion de Alan Grant y dibujos de Frank Quitely.