Judíos contra el Reich
ESCAPAR DE LOS NAZIS PARA VOLVER Y COMBATIRLOS
Es un aspecto sorprendentemente desconocido de la II Guerra Mundial. Pese al exterminio masivo, metódico e irracional de seis millones de judíos simplemente por serlo, hubo alemanes nacidos hebreos que representaron otro papel que el de víctimas durante el III Reich. Hijos y soldados recupera esta faceta, la de “los judíos que regresaron para luchar contra Hitler”, como anticipa el subtítulo del ensayo, tras haber escapado de él por los pelos. Fueron unos dos mil jóvenes que, en efecto, consiguieron huir a EE. UU. de uno en uno entre múltiples penalidades. Allí se los acogió con reservas. Venían de la Alemania nazi, pronto un país enemigo. Hasta que la guerra, precisamente, denotó su valía. Tan germanos como las tropas del Führer y de la misma generación, estos refugiados judíos podían captar matices idiomáticos y culturales imperceptibles por otros analistas del ejército norteamericano, algo vital, por ejemplo, para interrogar prisioneros. Se recuerda a estos inmigrantes como Ritchie Boys por el fuerte de Maryland, Camp Ritchie (arriba), donde se los entrenó militarmente.
Con nombre y apellido
Pero Hijos y soldados va más allá de una crónica al uso. Es no ficción basada en entrevistas a veteranos, informes castrenses, archivos nacionales y bibliografía al día. Sin embargo, se lee como un best seller por su fuerte carácter narrativo y su enfoque de historia menuda. El mérito corresponde a un autor que, además de haber combatido en Vietnam, lleva publicados veinte ensayos de sucesos contemporáneos y, por su experiencia como periodista de investigación, enseña esta especialidad en las universidades californianas USC y Stanford. Bruce Henderson, en suma, sabe muy bien de lo que escribe y también cómo hacerlo para interesar. Informado, sustantivo, ágil, sigue de manera atrapante las vidas de seis Ritchie Boys. Los plasma en eclosiones antisemitas prebélicas como la Noche de los Cristales Rotos en la Alemania de 1938. También detalla sus arduas fugas a EE. UU., su adiestramiento ultrasecreto –que incluía dramatizaciones de propaganda y protolocos nazis hasta con un imitador de Hitler–, así como sus valiosas intervenciones en el desembarco en Normandía, la vanguardia de Patton por Francia, la ofensiva de las Ardenas o la liberación de campos de concentración. Seis de cada diez informes de inteligencia fiables recabados durante el avance aliado por Europa se debieron a esta unidad de élite. Era hora de rescatarla del olvido.