UN CATALÁN DE FRANCO
Renovadora investigación sobre Eugeni d’ors
Fue uno de los escritores españoles más importantes del siglo xx, famoso sobre todo como gran figura del periodismo cultural. Pero el talento literario de Eugeni d’ors (1881-1954) se ha visto ensombrecido por una trayectoria política polémica: pasó del catalanismo de su juventud a identificarse con el franquismo. Sobre su compleja figura se ha escrito mucho, pero faltaba una biografía que abordara con equilibrio todos los períodos de su vida, sin dar una preponderancia excesiva a una etapa concreta a costa de todas las demás. Esta es la tarea que ha acometido con brillantez el joven historiador Andreu Navarra (1981) en un libro ambicioso, llamado, sin duda, a convertirse en una obra de referencia.
Puntualizar las cosas
Como buen investigador, Navarra sitúa a sus lectores en lo que se ha dicho hasta ahora sobre el personaje. A continuación, con un conocimiento exhaustivo de su obra y de los archivos, destroza multitud de tópicos. Respecto a la idea extendida, por ejemplo, de que no le gustaba el teatro, Navarra afirma que la verdad es la contraria, tal como muestran las muchas páginas que D’ors dedicó a obras de gran modernidad. Su faceta como crítico de arte también se ha desatendido, aunque era uno de los mejores especialistas en pintura de la Europa de su tiempo. ¿Defendió posiciones independentistas en su juventud? El autor descarta esta teoría con rotundidad. La imagen de un intelectual férreamente xenófobo no casa bien con la realidad de sus amistades castellanas. Nunca fue antimadrileño. Es más, en la capital se encontró muy cómodo y fue muy querido. En cuanto a su relación con Ortega y Gasset, comprobamos que esta no puede despacharse sin más como una antipatía mutua. Fueron rivales, sin duda, pero Ortega hizo que el catalán publicara en Revista de Occidente.
El historiador Javier Varela definió a Xènius (seudónimo por el que se conocía a D’ors) como falangista, no fascista en sentido estricto. Sus cartas a Serrano Suñer, sin embargo, dicen otra cosa. Lo mismo que su prólogo a la edición española de un libro de Mussolini o la novela que dedicó al mariscal Pétain. Pero en La escritura y
el poder no encontramos una condena moral, sino un intento de comprender, de describir los hechos sin aspavientos. ¿Que el protagonista visitó al embajador alemán en España? Pues se cuenta sin más, sin ocultación y sin condena. El ideólogo que nos escandaliza a algunos era también, ¿cómo no reconocerlo?, un grandísimo escritor. Esta es otra de las aportaciones capitales del libro: su huida de cualquier prejuicio a la hora de captar a un autor difícilmente aprehensible. Porque la obra de Eugeni d’ors fue tan vasta que, como bien afirma Navarra, cualquier investigación al respecto ha de ser una oceanografía.