LA REFORMA FRUSTRADA DE GIRAL

Su intento de dar la vuelta a una marina escasa y obsoleta

“DAMOS AL PAÍS la sensación de que tenemos algo y no tenemos nada eficaz. Al primer contacto con una prueba de guerra, todo lo que poseemos duraría unos minutos”, escribe José Giral en el proyecto de ley de reforma de la Marina que manda a las Cortes en junio de 1936. Giral sabe que los dos acorazados están obsoletos, que no hay munición suficiente para los cañones de cruceros y destructores, que faltan torpedos y minas. Ningún político conoce mejor la precariedad de la Marina que este hijo de militar nacido en 1879 en una Cuba aún española. Químico farmacéutico, Giral pertenece a esa minoría de cultos republicanos con los que Azaña funda en 1925 Acción Republicana. Es Azaña quien lo nombra ministro de Marina en octubre de 1931. Recupera la cartera en febrero de 1936. Elabora entonces un minucioso plan para convertir la desequilibrada marina española en un poder naval “pequeño pero real”. Con 909 millones de pesetas de presupuesto, prevé botar 10 destructores (2 de 3.000 toneladas), 12 submarinos y 20 lanchas torpederas, y, sobre todo, reformar las bases. Pero la guerra, que convierte a Giral en presidente de un gobierno improvisado, deja su plan en papel mojado. (Arriba, Giral, en el centro, espera en 1936 la llegada a Madrid de refuerzos republicanos).