“LA DESBANDÁ” DE MÁLAGA
Más de un cuarto de millón de civiles, empujados a huir
PERDIDA CÁDIZ y vetadas Gibraltar y Tánger, la flota republicana convierte la vecina Málaga en una de sus bases. No es una tarea fácil. Su puerto apenas está protegido, y el gobierno central aún no controla la ciudad cuando se inicia la ofensiva franquista. Apenas 12.000 milicianos protegen Málaga... con 8.000 viejos fusiles y un puñado de ametralladoras y cañones.
EL 14 DE ENERO de 1937, tres días antes del ataque, el hombre al frente de las operaciones, Gonzalo Queipo de Llano, embarca en el Canarias, que junto con los otros dos cruceros sublevados apoyará su paseo militar. La flota republicana no intenta detenerlos.
EL SÁBADO 6 de febrero, cuando la derrota es inminente, fluye por la carretera a Almería un río de “camiones, coches, mulas, carretas, de personas atemorizadas”, escribe Arthur Koestler, testigo del inicio de “La desbandá” (abajo, refugiados republicanos). Hasta 300.000 malagueños huyen, ametrallados por la aviación y bombardeados por los tres cruceros franquistas. “Contamos al menos 5.000 niños menores de diez años, miles de ellos descalzos”, cuenta a The New York Times el doctor canadiense Norman Bethune, que acude a Málaga con su unidad móvil de transfusiones de sangre. Entre 3.000 y 5.000 personas, la mayoría civiles, mueren en este crimen sin castigo.