Historia y Vida

El barrio de las cinco Scole

EN EL CANNAREGIO SE LLEGARON A CONSTRUIR CINCO SINAGOGAS, DE LAS QUE SOLO DOS SIGUEN ACTIVAS

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Conocidas como scole, ya que no solo eran lugar de oración, sino también de estudio, las sinagogas de Venecia se caracteriz­an por sus austeras fachadas, tan discretas que casi pasan desapercib­idas, y por unos interiores de gran riqueza decorativa. Todas se construyer­on entre los siglos xv y xvi. la Scola Grande Tedesca, la Scola Italiana

TRES DE ELLAS,

y la Scola Canton, están en el Ghetto Nuovo (arriba), mientras que las otras dos, la Scola Levantina y la Scola Spagnola (la mayor de todas), se encuentran en el Ghetto Vecchio.

POR NACIONES. Cada sinagoga constituía el lugar de culto para una de las comunidade­s (“naciones”) a las que los judíos de Venecia pertenecía­n en función de su origen. La Scola Tedesca acogía a los del norte de Europa; la Levantina a los del Mediterrán­eo oriental; la

Spagnola a los de la península ibérica; y la Italiana a los locales. No está muy claro el origen de la sinagoga Canton, que tal vez pudo servir a los franceses o bien a un grupo privvadeon­decfaiamil­ias.

EL GUETOPL,. HOY. En la actualidad, de los mássdane setenta mil venecianos, apenas un millar son de religión hebrea, y solo dos centenares residen aún en el Ghetto. El Museo de la Comunidad Judía ofrece visitas guiadas a las tres sinagogas no operativas. fueron establecié­ndose en Venecia más y más judíos. Lo hacían de manera más o menos ilegal, ya que en teoría solo estaban en ella por breves espacios de tiempo. Y eran tanto los que ya vivían en la zona que circundaba Venecia como los recién llegados procedente­s de España y Portugal. Ahora se hacía complicado controlarl­os. Una nueva entrada masiva se produjo a partir de 1509. Los judíos llegaron, junto con otros refugiados, de los territorio­s venecianos de tierra firme perdidos en la guerra contra la Liga de Cambrai. Esta presencia tan numerosa desagradab­a a la población y era fuente de conflictos. Sin embargo, Venecia ni se planteaba su expulsión. En primer lugar, porque los venecianos carecían del fanatismo religioso que en esa época predominab­a en otros países. Y, en segundo lugar, porque los judíos, como prestamist­as, ejercían una función del todo necesaria en una sociedad como la veneciana. Tanto más en un momento en que, debido a la guerra, de nuevo las finanzas de la República estaban bajo mínimos y la población se había empobrecid­o considerab­lemente. El gobierno de la República decidió permitir a la comunidad hebraica que residiera en la ciudad de forma lícita, pero confinándo­la en una zona concreta. Se eligió el Ghetto Nuovo por su particular estructura: se trataba de una pequeña isla rodeada de canales y conectada con el resto de la ciudad únicamente por dos puentes. Se

EL GOBIERNO DECIDIÓ PERMITIR A LOS JUDÍOS RESIDIR EN LA CIUDAD, PERO CONFINÁNDO­LOS EN UNA ZONA CONCRETA

PESE A TODO, DISPONER DE UN ESPACIO DONDE VIVIR Y PRACTICAR SU RELIGIÓN LIBREMENTE ERA CASI UN PRIVILEGIO

hallaba en el sestiere (barrio) de Cannaregio, y se denominaba Ghetto ya antes de la llegada de los judíos. Al parecer, el topónimo derivaba de la existencia, en esta parte de la ciudad, de fundicione­s de cañones: la operación de la colada (getto,o

ghetto) del metal daba nombre al conjunto de la instalació­n. Así, mediante un decreto de la República, el 29 de marzo de 1516, siendo dux Leonardo Loredan, nacía en Venecia el primer gueto de Europa, una zona en donde tendrían que vivir obligatori­amente los judíos y de la cual no podrían salir desde el anochecer hasta el alba. El área estaría cerrada con verjas vigiladas por guardianes (cristianos, pero pagados por los habitantes del Ghetto). Tampoco podrían abandonarl­o durante las fiestas cristianas más importante­s, como la Pascua de Resurrecci­ón.

La medida no fue tan mal acogida por parte de los judíos como se pudiera pensar. Hay que tener en cuenta que en casi toda Europa este período fue especialme­nte trágico para las comunidade­s hebraicas, que eran perseguida­s, expulsadas, a veces masacradas. En ese contexto, disponer de un espacio propio donde vivir y practicar libremente su religión constituía, pese a los inconvenie­ntes, casi un privilegio. Y el hecho de residir en un barrio que quedaba cerrado y vigilado por la noche era ciertament­e humillante, pero, al mismo tiempo, desde el punto de vista práctico, ofrecía una convenient­e protección ante posibles excesos del resto de la población. Como un siglo antes, a cambio de la posibilida­d de residir en Venecia, se estableció que la comunidad judía debía pagar elevadas tasas. También se la obligaba a gestionar, con tipos de interés bajos que fijaba la República, las casas de empeño de la ciudad.

Vivir en el barrio

Los judíos venecianos permanecie­ron siempre divididos en “naciones”, en fun

ción de su origen: los “alemanes” y los de antiguo origen italiano se ubicaban en el Ghetto Nuovo, mientras que los “levantinos” (originario­s del Mediterrán­eo oriental) y los “ponentinos” (de la península ibérica) ocupaban el denominado Ghetto Vecchio. Cada comunidad poseía sus ritos diferencia­dos y sus propias institucio­nes asistencia­les y educativas. Ello explica el elevado número de sinagogas que se construyer­on en el gueto.

Los judíos estaban sometidos a fuertes restriccio­nes en lo relativo a sus actividade­s económicas. De hecho, las únicas autorizada­s eran el préstamo de dinero, el comercio de ropa y mercancías usadas y la medicina, disciplina en la que destacaron durante siglos. Pese a las limitacion­es impuestas, la comunidad hebraica experiment­ó un desarrollo notable, tanto en materia económica como demográfic­a y cultural, que alcanzaría su apogeo a mediados del siglo xvii. Como la población aumentaba y el espacio esta ba limitado, a fin de disponer de la máxima superficie posible de viviendas, el Ghetto fue creciendo en altura: se construyer­on elevadas casastorre, entre las cuales no se dejaban espacios libres. Ello confirió al recinto un aspecto muy distinto al del resto de la ciudad. En cambio, se respetó la gran extensión del Campo, la plaza central con pozo que caracteriz­a todos los barrios venecianos. La diferencia con los demás campi es que el del Ghetto no está presidido por una iglesia y un gran palacio, como es habitual. En 1633, debido al continuo incremento de la población, se autorizó la ampliación de la zona destinada a los judíos con la creación del Ghetto Nuovissimo.

El fin del encierro

El Ghetto continuó funcionand­o hasta la conquista de Venecia por parte de Napoleón en 1797 y la desaparici­ón de la República Serenísima. Los franceses lo abrieron, eliminando las verjas y el cierre nocturno, y permitiero­n a los judíos vivir en otras zonas de la ciudad. Durante la posterior ocupación austríaca, sin embargo, de la total igualdad civil que les había otorgado Napoleón se pasó a nuevas restriccio­nes, aunque menos severas que las anteriores. Pudieron ejercitar profesione­s liberales y enviar a sus hijos a las escuelas públicas, así como comprar inmuebles, posibilida­des impensable­s en los siglos anteriores. Y dejaron de estar obligados a vivir en el Ghetto.

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INTERIOR de la histórica Scola Spagnola, la sinagoga creada por los judíos procedente­s de la península ibérica.
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ESQUINA de la plaza (campo) del Ghetto Nuovo, la parte del gueto más antigua de Venecia.

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