ENAMORADOS DEL RITZ

El establecimiento parisino se convirtió en el hotel de los artistas

“LA ÚNICA RAZÓN para no alojarse en el Ritz cuando viajas a París es que no te lo puedas permitir”. Esta frase de Ernest Hemingway es un ejemplo del poder de atracción que ha ejercido el lujoso hotel parisino sobre escritores y artistas. Uno de los primeros en caer rendido a su hechizo fue Marcel Proust, que escribió parte de En busca del tiempo perdido en sus habitaciones, y en 1922, cuando agonizaba en su lecho de muerte, mandó a su chofer al hotel para que le trajera una cerveza fría. Scott Fitzgerald se inspiró en su distinguido ambiente para escribir sus novelas. Coco Chanel (arriba) residió en el Ritz durante treinta años y murió en una de sus estancias.

Maria Callas, Charles Chaplin o Jean Cocteau fueron también clientes habituales.

PERO, SIN DUDA, fue Hemingway el más entusiasta divulgador de las excelencias del Ritz. Al escritor le gustaba contar que, cuando entró en París acompañando a los aliados, lo primero que hizo fue ir hasta el hotel dispuesto a liberarlo de los nazis (el Ritz había sido utilizada como sede de la Luftwaffe). Por lo visto, lo que realmente “liberó” fue la bodega. En la actualidad, uno de los bares del Ritz se llama Hemingway, y algunas de sus suites más lujosas tienen nombres como Proust, Fitzgerald, Coco Chanel, Maria Callas...