El esplendor de Córdoba
SOBRE EL AUGE Y LA CAÍDA DEL CALIFATO OMEYA
Al-ándalus, en el siglo x, fue la mayor potencia del continente europeo. Uno de los mayores especialistas en su historia, Eduardo Manzano, profesor del CSIC, nos ofrece en esta ocasión un estudio con una original perspectiva. Aborda el reinado de al-hakam II (961-976), un período relativamente mal documentado. Tal vez porque fue una etapa de paz y prosperidad, con un califa entregado a construcciones espectaculares, como la ciudad palatina de Madinat al-zahra, a cinco kilómetros de la capital cordobesa. Para el autor, tiene aplicación en este caso un famoso comentario de Hegel, el filósofo alemán, acerca de las épocas de felicidad como páginas en blanco en los libros de historia. ¿Cómo arrojar luz sobre estos años? Disponemos de un documento extraordinario: las crónicas de un funcionario de la corte, casi diarias durante cuatro años. Nunca hasta ahora se había analizado este texto con tanto detalle. Se inicia a partir de ahí un recorrido que intenta responder a dos preguntas: ¿cómo funcionó tan eficazmente la maquinaria de poder?, ¿por qué se colapsó en tan poco tiempo? Al-hakam proporcionó a su estado una estructura sólida y bien organizada, con la administración más competente de su tiempo. Sin embargo, la excesiva presión fiscal suscitará descontento, y eso, en pocas décadas, provocará el derrumbe del califato.
Todos los aspectos posibles
Para dilucidar estas cuestiones, Manzano Moreno nos ofrece una completa radiografía de la Córdoba de la dinastía omeya. En esta “historia total” se entrelazan los factores políticos con los sociales, los económicos e incluso los climáticos.
Un viejo lugar común aplica, sin más, el calificativo “despótico” a los estados musulmanes. Aquí hallaremos una refutación de esa idea. Si el califa quería legitimar su autoridad, debía tener en cuenta las necesidades de su pueblo. Por ello, una decisión arbitraria podía suscitar una movilización en sentido contrario, justificada gracias a la doctrina de la tradición musulmana. Si antes se consideraba que Al-ándalus había sido el paraíso de las tres culturas, musulmana, cristiana y judía, ahora se tiende a subrayar el peso de la intolerancia religiosa. Eduardo Manzano critica ambos extremos y se muestra partidario de un relato con luces y sombras. Hablamos de una sociedad del siglo x, por lo que no debemos proyectar sobre ella los prejuicios de la actualidad.