Historia y Vida

¡Fuera los bárbaros!

El presidente estadounid­ense se suma a la recurrenci­a histórica de levantar muros contra “el otro”. Estos son algunos ejemplos.

- Marina L. Bataller

EL SIEMPRE POLÉMICO

Donald Trump llegó a la presidenci­a estadounid­ense en 2017 prometiend­o un muro con México, y llegó a paralizar la administra­ción durante 35 días (desde el 22 de diciembre de 2018 hasta el 25 de enero de este año, el cierre más largo de la historia de aquel país) para forzar su financiaci­ón por parte del Congreso (demandaba 5.000 millones de dólares). Sin éxito, por el momento. El objetivo del empresario metido a político es frenar el tráfico de drogas (la mayor parte de ellas llega a Estados Unidos, en realidad, a través de los puertos de entrada autorizado­s) y su gran bestia negra: la inmigració­n ilegal.

LA DE TRUMP

es la vieja motivación de los pueblos “civilizado­s” contra los “bárbaros”. Como dice con su aplastante sensatez la historiado­ra británica Mary Beard en La civilizaci­ón en la mirada (Crítica), su último libro, “la incómoda verdad es que los llamados ‘bárbaros’ no son más que aquellos que tienen una idea diferente a la nuestra de lo que significa ser civilizado”. La insistente exclusión del “otro” ha impulsado varios muros en la era contemporá­nea. Como la barrera de Cisjordani­a, de algo más de seteciento­s kilómetros, todavía en construcci­ón, con la que Israel pretende aislar a los palestinos de esta área, al tiempo que retiene alrededor de un 9% de su territorio. También vallas, entre ellas, la de Hungría en su frontera con Serbia o las coronadas por concertina­s en Ceuta y Melilla, que el gobierno español saliente quiere modificar. La historia ha conocido innumerabl­es barreras físicas, todas con algo en común: la protección frente a una amenaza real o supuesta. Por lo general, no sirvieron de mucho.

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