SER CAUSA NO ES CAUSAR
Homero exculpó a Helena de la guerra desde todos los ángulos
“La mayoría de los autores posteriores a Homero consideran que Helena consintió en el rapto”, dice Pierre Grimal. Esto llama la atención cuando, como tercia Carlos García Gual, “Homero la trata con respeto y admiración” en la Ilíada, un texto con la autoridad que confiere ser el original sobre la semidiosa. Aun así, escritores antiguos y modernos han esgrimido con insistencia un pasaje del Canto III para endosarle a la reina espartana la culpa del terrible conflicto armado. Como explica García Gual, es aquel en el que el “viejo soberano de Troya”, Príamo, “admite que no es vergonzoso que por una mujer semejante combatan y mueran tantos guerreros”.
CULPABILIZAR A LA VÍCTIMA
Ahora bien, que Paris rapte a Helena arrebatado por su belleza (ambos arriba en un cuadro de Jacques-louis David, 1788), como da a entender la Ilíada, no excusa al príncipe ni incrimina a la reina. Los actos son responsabilidad de quien los comete. No se trata de un principio reciente. El propio Homero exonera a Helena en el mismo canto de cualquier culpa en el origen de la contienda. Rechaza esto una y otra vez, por boca de tres de los personajes más afectados por el affaire que motivó la guerra. Los testimonios (en la traducción canónica de Luis Segalá):
Menelao, el marido agraviado: “[...] creo que ya, argivos y teucros [griegos y troyanos], debéis separaros, pues padecisteis muchos males por mi contienda que Alejandro [Paris] originó”.
Príamo, el rey de la ciudad atacada: “A ti [Helena] no te considero culpable, sino a los dioses que promovieron contra nosotros la luctuosa guerra de los aqueos [griegos]”.
Paris, el culpable confeso: “Jamás la pasión se apoderó de mi espíritu como ahora [Helena]; ni cuando, después de robarte [...]”.