Historia y Vida

En el foco

LA REPÚBLICA POPULAR CHINA

- FLORENTINO RODAO GARCÍA, UNIVERSIDA­D COMPLUTENS­E DE MADRID

Las grandes potencias no vieron la importanci­a del nacimiento de la China comunista. Pensaron que era un asunto regional.

Lo que ocurre en otro país se suele percibir de modo indirecto. La proclamaci­ón de la República Popular China en 1949 fue vista como un suceso regional en la vorágine de la posguerra mundial. Al fin y al cabo, la victoria de los comunistas chinos parecía uno de tantos vuelcos temporales en un país pobre con conflictos continuos a lo largo del último siglo. Pero no fue así. Mao Zedong era un líder consolidad­o, y pronto agravó la división mundial. Washington decidió que ya no se podían permitir nuevos avances comunistas. Ni siquiera en la pequeña isla de Taiwán. Pero el reflejo más evidente del cambio en el camino hacia la Guerra Fría se manifestó meses después. Los comunistas coreanos violaron las fronteras de la península coreana y Washington respondió militarmen­te. Tras “caer” China, el “mundo libre” ya no se limitaría a alimentar ciudadanos, como en Berlín.

Con la victoria de Mao, Asia pasó a ser un escenario principal. Corea era un territorio secundario, nadie esperaba que Estados Unidos se implicara tanto. Pero la globalidad del cambio en China tuvo una razón adicional, porque Mao, además, pretendía expandir su revolución, como Lenin tras la Primera Guerra Mundial. Cuando los comunistas chinos pasaron a participar en la guerra de Corea, el radicalism­o de Mao puso los nervios de punta al mundo entero. Se asistió al paroxismo de las distopías, porque ya solo faltaba la entrada de la Unión Soviética para llegar a la temida Tercera Guerra Mundial. Ni siquiera el empate bélico en la guerra de Corea parecía calmar a los chinos; alcanzar simplement­e un armisticio precisó de 158 reuniones a lo largo de más de dos años.

La política interior

La nueva China reverberó en todo el mundo, incluidas las políticas domésticas. En Estados Unidos, la derecha republican­a criticó fuertement­e la destitució­n del general Douglas Macarthur, al mando de las tropas en Corea, por proponer arrojar bombas nucleares para evitar la entrada de comunistas chinos. La China de Mao desequilib­raba como nunca.

Pero el impacto en Asia era mayor aún. La mezcla de ese expansioni­smo y esa radicaliza­ción comunista cambió por completo la visión de muchos conflictos a través de los millones de emigrantes chinos y sus descendien­tes. La lógica derecha vs. izquierda de tantas luchas guerriller­as fue distinta en numerosos países del sudeste de Asia, porque los chinos fueron identifica­dos automática­mente como comunistas. De hecho, la concesión de nacionalid­ad a los descendien­tes de emigrantes chinos fue uno de los debates internos más intensos a lo largo y ancho del Asia oriental.

Lo imposible se vuelve posible

Y cuando Mao se obsesionó contra el “revisionis­mo soviético”, de nuevo reverberó en todo el mundo. Desde que Pekín se refiriera al “aparente comunismo” del dirigente Nikita Jruschov, los partidos comunistas de todo el mundo pasaron a dividirse entre los prochinos y prosoviéti­cos. Con una especial importanci­a en Vietnam, donde, al norte del paralelo 17, el procomunis­ta Vietminh, la Liga para la Independen­cia de Vietnam dirigida por Ho Chi Minh, luchaba por liberar el sur, apoyado por Estados Unidos tras la salida francesa una década atrás. Y el hecho de que el Vietminh fuera prosoviéti­co –algo imaginable, por la rivalidad de siglos entre vietnamita­s y chinos– llevó al secretario de Estado norteameri­cano Henry Kissinger a pensar que, acercándos­e a la China Popular, Estados Unidos ganaría definitiva­mente la guerra en Vietnam. Produjo el momento más insospecha­do de la Guerra Fría, cuando el presidente Richard Nixon visitó a Mao en Pekín; esto es, el anticomuni­smo de Washington forjaba lazos con el régimen más izquierdis­ta, justo en sus momentos de mayor radicalida­d, en plena Revolución Cultural. La tirria china contra la Unión Soviética quizá permitiría a Washington vencer a los vietnamita­s. La pirueta no coronó su objetivo, Estados Unidos no logró salir del fango en Vietnam, pero demostró ese papel tan especial de China en el mundo. La admiración hacia la China Popular en el resto del planeta seguía creciendo a pasos agigantado­s, y los prochinos tenían cada vez más influencia en el plano internacio­nal.

CON LA VICTORIA DE MAO, ASIA SE CONVIRTIÓ EN UN ESCENARIO PRINCIPAL PARA ESTADOS UNIDOS

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MAO proclama la fundación de la República Popular China en Pekín, 1 de octubre de 1949.

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