“Fue una época extremadamente cruel para todos sus protagonistas”
Hernán Cortés, ¿héroe o genocida?
Cortés es una de tantas manzanas de la discordia de la historia hispanoamericana que ha merecido juicios extremos. “¿Héroe o asesino?” me parecería una dualidad más razonable que la propuesta, en cuanto que el concepto de genocidio, como exterminio buscado y sistemático de un grupo de población, tiene difícil aplicación en el caso mexicano. Quizá “¿Verdugo o víctima?”, porque la conquista del Nuevo Mundo fue una época dura, extremadamente cruel para todos sus protagonistas. Tras su éxito y fortuna, la última etapa de la vida de Cortés se movió entre los destinos dispares de muchos conquistadores, que acabaron sus días envueltos en procesos judiciales, cuando no en la pobreza o el ostracismo social, en su mayoría rechazados por las nacientes oligarquías criollas.
¿Por qué venció?
Sin duda, Hernán Cortés acabó despuntando durante el proceso de descomposición del mundo mesoamericano que conocemos como conquista de México. Indudablemente, no fue su liderazgo militar el que explica todo este proceso, que fue muy coral, con una participación nativa indiscutible. En su haber, no obstante, cuenta con su habilidad estratégica en la batalla y en la corte, su dominio de los recursos de la opinión y su disposición al mestizaje entre pueblos y culturas.
¿Cómo le ha tratado la posteridad?
La valoración de la figura y las actuaciones de Hernán Cortés se ha movido también entre las apologías y las censuras más exacerbadas. Sin embargo, es indudable que el balance actual de biografías –como, por ejemplo, la de Juan Miralles en 2001, que lo presenta como “inventor de México”– hace justicia al personaje, mostrando tras sus luces y sombras la complejidad del Nuevo Mundo, surgido entre la destrucción y la construcción de la América del siglo xvi.