“Su figura está desdibujada en el universo mental de los jóvenes”
Hernán Cortés, ¿héroe o genocida?
Hombre decidido a conseguir sus fines, no tuvo escrúpulos en traicionar a su superior (el gobernador Diego Velázquez), en enfrentarse a otros españoles (la hueste de Pánfilo de Narváez), en asesinar a sus enemigos (la tortura e inesperada ejecución de Cuauhtémoc) o en perpetrar terribles matanzas entre los indígenas (matanza de Cholula, terrorismo en la región de Tepeaca, atrocidades en el Pánuco). Sin embargo, pese a los episodios de manifiesta crueldad, no cabe acusarle de genocidio, porque nunca persiguió el exterminio de las poblaciones nativas de México.
¿Por qué venció?
La victoria se debió a una conjunción de factores favorables. La superstición paralizante de sus enemigos (la creencia en el retorno de Quetzalcóatl), la energía en la conducción de las acciones militares, la superioridad de sus instrumentos de guerra (espadas de acero, armas de fuego, empleo de caballos y perros), la oportunidad de la alianza con los tlaxcaltecas (enemigos de los aztecas y colaboradores de los españoles), la ayuda inesperada de la epidemia de viruela en el decisivo asalto a Tenochtitlan.
¿Cómo le ha tratado la posteridad?
El tratamiento de su figura ha oscilado según los países y según las épocas. En México, tras la independencia, nunca ha sido un personaje estimado (pese a su labor a favor de la construcción de la nación mexicana), sino más bien denostado por la destrucción de la antigua civilización mexica y por sus actos en contra de las poblaciones indígenas. En España ha ido adquiriendo progresivamente un aura de héroe por sus éxitos militares (como “conquistador de México”) y por su contribución a la construcción de la Nueva España. En todo caso, el actual sistema educativo español ha relegado a un plano marginal el estudio de la historia (y más aún el de la historia de América), por lo que su figura está muy desdibujada en el universo mental de las jóvenes generaciones.