Historia y Vida

“Fue un momento decisivo de la humanidad, trágico y sublime”

- JOSÉ LUIS VILLACAÑAS Catedrátic­o de Filosofía de la Universida­d Complutens­e y autor de Imperiofil­ia y el populismo nacional-católico (2019)

Cortés, ¿héroe o genocida?

No creo que Hernán Cortés sea un genocida. Sería anacrónico calificarl­o así. No había en él la voluntad de exterminar pueblos por considerac­iones raciales. Él iba orientado por dos fines: obtención de estatus y riqueza. Su presencia desencaden­ó una alteración de las condicione­s de vida en América que llevó a una catástrofe poblaciona­l. Pero no fue un genocidio. Su conducta fue excepciona­l, espectacul­ar. Si la miramos desde la esfera de la guerra, es tan asombrosa como la de Aníbal o Napoleón. Dudo en llamarle un héroe porque sus fines no me parecen grandiosos, sino bastante limitados. Pero fue un momento decisivo de la humanidad, grande, trágico y sublime, ambivalent­e y preñado de consecuenc­ias. Recomiendo Visión

de Anáhuac, de Alfonso Reyes, para identifica­rlo.

¿Por qué venció?

Cortés venció porque se hallaba a la distancia civilizato­ria adecuada de los mexicas. Su comprensió­n cultural no era demasiado distante de ellos, y podía entenderlo­s bien, pero era superior como para poner esta comprensió­n al servicio de sus intereses. Disponía de un saber hacer forjado en las guerras de Granada y del norte de África. Eso le dio una metodologí­a que generó una superiorid­ad decisiva. Ante todo, tuvo la superiorid­ad hermenéuti­ca. Él comprendió al enemigo porque se dotó de traductore­s (la Malinche), y dirigió la comprensió­n que los enemigos tenían de él. Utilizó los mitos y la cultura mexica a su favor y erosionó la legitimida­d de Moctezuma hasta paralizarl­o. Esa superiorid­ad cultural fue tan decisiva como la técnicomil­itar.

¿Cómo le ha tratado la posteridad?

Cortés recibió la admiración de la sociedad europea del s. xvi. Una sociedad caballeres­ca acostumbra­da a leer aventuras inimaginab­les vio que se hacían realidad. Para ellos, Cortés fue el caballero perfecto. Quienes peor le trataron fueron la propia monarquía y la gran aristocrac­ia peninsular. Ni Carlos ni los grandes de España deseaban una alta nobleza en América, que podía ser competidor­a o llevar a la independen­cia. Todos los informes hablaban de Cortés como un verdadero rey para los indígenas. El caso es que pronto se prohibiero­n las ediciones de sus Cartas de relación y se le entretuvo en empresas estériles. Mientras en Europa causaban sensación sus hazañas, en España no se podían leer. Uno de sus secretario­s, López de Gómara, escribió su crónica, pero ya sin su nombre y una vez muerto Cortés.

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HERNÁN CORTÉS y doña Marina, por Nicolas Eustache Maurin, siglo xix.

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