“Fue un momento decisivo de la humanidad, trágico y sublime”
Cortés, ¿héroe o genocida?
No creo que Hernán Cortés sea un genocida. Sería anacrónico calificarlo así. No había en él la voluntad de exterminar pueblos por consideraciones raciales. Él iba orientado por dos fines: obtención de estatus y riqueza. Su presencia desencadenó una alteración de las condiciones de vida en América que llevó a una catástrofe poblacional. Pero no fue un genocidio. Su conducta fue excepcional, espectacular. Si la miramos desde la esfera de la guerra, es tan asombrosa como la de Aníbal o Napoleón. Dudo en llamarle un héroe porque sus fines no me parecen grandiosos, sino bastante limitados. Pero fue un momento decisivo de la humanidad, grande, trágico y sublime, ambivalente y preñado de consecuencias. Recomiendo Visión
de Anáhuac, de Alfonso Reyes, para identificarlo.
¿Por qué venció?
Cortés venció porque se hallaba a la distancia civilizatoria adecuada de los mexicas. Su comprensión cultural no era demasiado distante de ellos, y podía entenderlos bien, pero era superior como para poner esta comprensión al servicio de sus intereses. Disponía de un saber hacer forjado en las guerras de Granada y del norte de África. Eso le dio una metodología que generó una superioridad decisiva. Ante todo, tuvo la superioridad hermenéutica. Él comprendió al enemigo porque se dotó de traductores (la Malinche), y dirigió la comprensión que los enemigos tenían de él. Utilizó los mitos y la cultura mexica a su favor y erosionó la legitimidad de Moctezuma hasta paralizarlo. Esa superioridad cultural fue tan decisiva como la técnicomilitar.
¿Cómo le ha tratado la posteridad?
Cortés recibió la admiración de la sociedad europea del s. xvi. Una sociedad caballeresca acostumbrada a leer aventuras inimaginables vio que se hacían realidad. Para ellos, Cortés fue el caballero perfecto. Quienes peor le trataron fueron la propia monarquía y la gran aristocracia peninsular. Ni Carlos ni los grandes de España deseaban una alta nobleza en América, que podía ser competidora o llevar a la independencia. Todos los informes hablaban de Cortés como un verdadero rey para los indígenas. El caso es que pronto se prohibieron las ediciones de sus Cartas de relación y se le entretuvo en empresas estériles. Mientras en Europa causaban sensación sus hazañas, en España no se podían leer. Uno de sus secretarios, López de Gómara, escribió su crónica, pero ya sin su nombre y una vez muerto Cortés.