EN LA SHOÁ SEFARDÍ
El derribo nazi de la Salónica judía, en primera persona
Este libro se subtitula Memorias inacabadas de un testigo directo por un motivo escalofriante. El autor no pudo completar estos recuerdos porque murió a manos de los nazis. Lo ejecutaron en abril de 1944 tras servir en Auschwitz como uno de los macabros Sonderkommandos, los prisioneros a cargo de incinerar los cadáveres gaseados, entre otras cosas. Un año antes, Yomtov Yacoel tenía una vida muy distinta en Salónica. Allí prosperó la comunidad judía más numerosa e influyente del mundo desde la expulsión de este colectivo en 1492 de Sefarad, la España hebrea, y hasta la fundación del estado de Israel en 1948. Aunque siempre monstruosa, la Solución Final adoptó una forma particularmente extrema en esta capital oficiosa del judaísmo global. De los 56.000 sefardíes que había en Salónica al comenzar 1943, no sumaban ni 2.000 los vivos o retornados después de la contienda. Yacoel había sido uno de los principales líderes locales las dos décadas previas a la Shoá. Su formación de abogado le convirtió en el consejero legal de esa comunidad, por lo que fue su interlocutor ante las autoridades griegas –que en 1912 se anexionaron este enclave secularmente otomano–, y también ante los jefes civiles del Tercer Reich, cuando este ocupó Salónica en 1941. Así, el autor fue un testigo excepcional de cómo se fue implementando el Holocausto sefardí.
Al infierno sin saberlo
El centenar de páginas que escribió sobre el bienio entre abril de 1941 y marzo de 1943, fecha en que partió el primer convoy a Auschwitz, es de un valor incalculable, un hito historiográfico. Constituye una de las fuentes esenciales y más tempranas sobre la tragedia judía en Salónica. Hasta tal punto que el manuscrito se esgrimió en 1961 como evidencia documental en el juicio en Israel a Adolf Eichmann, el arquitecto de la Solución Final. En ello no pesó poco que, como buen jurista, Yacoel prestara una “especial atención a la prueba de los hechos, a la exposición de argumentos, a la presentación de números”, como destaca en el volumen una introducción exhaustiva sobre su vida, su época y las vicisitudes sufridas por el texto. Sus memorias transmiten la atmósfera enrarecida del momento, al desconocer el autor su propio destino funesto y la abyección exterminadora a que apuntaban los frenéticos y en apariencia caóticos preparativos de los nazis. Tampoco sabía Yacoel por qué el hoy controvertido gran rabino de Salónica, el Dr. Zvi Koretz, parecía no mover un dedo para detener las angustiantes deportaciones en ciernes. Una joya testimonial.