Los ángeles de Charlie y el #Metoo
El discurso sociopolítico de la serie original, vilipendiada en su época y reivindicada después, sigue causando polémica. La nueva adaptación cinematográfica de Los ángeles de Charlie promete actualizarla a los tiempos del #Metoo. ¿Lo logrará?
Con el estreno de una nueva adaptación cinematográfica a la vuelta de la esquina, ¿era o no feminista la teleserie original?
El 7 de septiembre de 1968, varias integrantes del grupo feminista New York Radical Women irrumpieron en el auditorio Boardwalk Hall de Atlantic City donde se estaba celebrando el concurso de Miss América. Al grito de “¡No más Miss América!”, desplegaron una pancarta con la frase “Liberación de las mujeres”. Fue la primera vez que el movimiento de liberación de la mujer, surgido en Estados Unidos al calor de los movimientos contraculturales de la década de los sesenta, conseguía atraer la atención de los medios de comunicación y generaba la suficiente controversia como para iniciar un debate público sobre el feminismo en todo el país.
Dos años después, en 1970, la cadena CBS estrenaba La chica de la tele (The Mary Tyler Moore Show, 1970-77), una serie sobre la vida de una mujer de treinta años que se trasladaba a Minneapolis para trabajar en un canal de televisión. Fue la primera vez que se emitía en la pequeña pantalla una ficción protagonizada por una mujer trabajadora, independiente y felizmente soltera. Y fue también la primera vez que se abordaban abiertamente temas como la desigualdad salarial entre hombres y mujeres, el sexo prematrimonial, el divorcio o la homosexualidad. El inesperado éxito de la serie, que tuvo siete temporadas y generó varios spin-offs (entre ellos, el famoso Lou Grant), descubrió a los programadores un nuevo nicho de mercado que estaba aún sin explotar.
Mujeres en acción
El éxito de La chica de la tele (título español que eliminaba significativamente el
nombre propio del original) tuvo un efecto polinizador en la televisión estadounidense. En las parrillas de las cadenas comenzaron a aparecer series protagonizadas por personajes femeninos que desafiaban, o por lo menos trastocaban, los habituales estereotipos de género. Fue el caso de Maude (1972-78), una comedia sobre una mujer de clase alta, divorciada y feminista, que, a pesar de su tono satírico (era frecuente la ridiculización de las convicciones liberales del personaje), introdujo temas tan controvertidos como la violencia de género o el aborto, antes incluso de que este fuera legal (su prohibición se declaró inconstitucional el 22 de enero de 1973). La serie no se emitió en España hasta los años noventa. También tuvieron bastante repercusión La mujer policía (Police Woman, 1974-78) y La mujer biónica (The Bionic Woman, 1976-78), dos series de acción protagonizadas por mujeres que surgieron como alternativas femeninas y sexis a series policíacas de éxito como Colombo (Columbo, 1971-2003), Kojak (1973-78) o Baretta (1975-78), todas ellas protagonizadas por hombres rudos y desaliñados (y todos con el nombre propio respetado en el título español).
Fue en este caldo de cultivo como surgió Los ángeles de Charlie (Charlie’s Angels, 1976-81). Ideada por un grupo de creadores capitaneados por Aaron Spelling, productor de futuros éxitos como Vacaciones en el mar (The Love Boat, 1977-87), Dinastía (Dynasty, 1981-89) o Sensación de vivir (Beverly Hills, 90210, 1990-2000), la serie nació con el objetivo de seguir explotando el interés del público por esta novedosa figura de la heroína de acción. Spelling se propuso llevar un paso más
allá el arquetipo. Para ello, lo multiplicó por tres –su idea inicial era que hubiera una rubia, una morena y una pelirroja– y potenció su carga sexual enfatizando aspectos como el vestuario (siempre sugerente), el peinado (siempre impecable) y la belleza física de las protagonistas (siempre esplendorosa). El éxito fue inmediato. Los ángeles de Charlie se mantuvo en antena durante cinco temporadas, convirtiéndose en una de las ficciones más populares de la cadena ABC.
¿Una serie feminista?
“Había una vez tres muchachitas que fueron a la academia de policía. Se les asignaron misiones muy peligrosas. Pero yo las aparté de todo aquello y ahora trabajan para mí. Yo me llamo Charlie”. Con estas palabras, acompañadas por la inolvidable sintonía compuesta por Allyn Ferguson y Jack Elliott, comenzaba cada episodio de Los ángeles de Charlie. En esta introducción aparece ya enunciada la gran paradoja de esta serie, una contradicción que ha marcado las interpretaciones que se han hecho sobre su significación política y social a lo largo de los años. Por un lado, la cabecera presenta a tres mujeres policía que, según se traduce de la combinación de las imágenes y la voz en off, son infravaloradas por una cuestión de género. Mientras escuchamos “Había una vez tres muchachitas que fueron a la academia de policía”, vemos a las tres protagonistas demostrando sus habilidades profesionales: puntería, capacidad física, dominio de las artes marciales. Pero cuando oímos “Se les asignaron misiones muy peligrosas”, lo que vemos es a las tres policías poniendo multas, escribiendo informes a máquina y dirigiendo el tráfico a la salida de un colegio. Este uso de la ironía para denunciar una situación discriminatoria hacia la mujer lo podemos calificar de feminista. Un tipo de discurso narrativo que, junto al protagonismo de tres mujeres en una serie de acción, resultaba novedoso y en cierta medida transgresor dentro del contexto de la ficción televisiva de los años setenta.
Ahora bien, el análisis de esa cabecera tiene una segunda lectura completamente opuesta. El tono condescendiente de las palabras introductorias –ese “muchachitas” (“little girls” en el inglés original)–, la utilización de la voz (masculina) en primera persona –“yo las aparté”, “trabajan para mí”– y la constatación de que ese narrador es Charlie, el jefe de las tres (que luego descubriremos que es un millonario mujeriego), resultan muy elocuentes sobre el tipo de mirada que hay detrás de la serie. Las tres heroínas, por muy fuertes, inteligentes y resueltas que aparecieran,
no dejaban de ser una fantasía masculina heterosexual. En realidad, la hipersexualización de los personajes, su posición de subordinación con respecto al hombre y el sexismo de las tramas lo delataban. Ya lo dijo la propia Farrah Fawcett –el “ángel” más popular de todos– en la revista TV Guide: “Cuando éramos número tres de audiencia, pensé que era por nuestras actuaciones. Cuando llegamos al número uno, me di cuenta de que era porque no llevábamos sujetador”.
Una nueva visión
El sexismo y la banalidad de Los ángeles de Charlie sirvieron de ejemplo de lo que la crítica denominó T&ATV, acrónimo en inglés de la expresión “televisión de tetas y culos” (y cuyo máximo exponente sería Los vigilantes de la playa). La serie fue una de las dianas preferidas del feminismo durante mucho tiempo, hasta que, en las últimas dos décadas, fue revisada por la crítica posfeminista. Una de sus máximas representantes, Camille Paglia, la ha defendido en más de una ocasión. En un artículo para The Hollywood Reporter calificó la serie como “una aventura de acción efervescente, que mostraba mujeres inteligentes y audaces trabajando codo con codo en fructífera colaboración”.
En la misma línea se mostraron dos de las actrices protagonistas de la serie. Cheryl Ladd, sustituta de Farrah Fawcett en la segunda temporada, y Jaclyn Smith, el único “ángel” que se mantuvo fiel a Charlie durante las cinco temporadas. Las dos declararon en la revista People que la serie fue “muy novedosa” en su momento, y que resultó “inspiradora” para muchas niñas y mujeres de la época. Sexista o feminista, lo que sí parece evidente es que el éxito de la serie abrió la puerta a un tipo de personaje que poco a poco se ha ido consolidando en el cine de Hollywood: la heroína de acción glamurosa. No es difícil ver una línea que conecta a las bellas e intrépidas “ángeles” de la televisión de finales de los setenta con las bellas e intrépidas heroínas interpretadas por Angelina Jolie (Lara Croft: Tomb Raider, Sr. y Sra. Smith, Salt) o Milla Jovovich (Ultravioleta, la saga Resident Evil) en las películas del nuevo milenio. De hecho, no es casualidad que la exitosa adaptación cinematográfica de la serie que se estrenó en el año 2000, y que dio pie a una secuela (Los ángeles de Charlie: Al límite, 2003), potenciara precisamente ese aspecto, el de la acción espectacular y seductora.
Este mes de diciembre de 2019 se estrena la nueva adaptación de Los ángeles de Charlie (en 2011 se emitió un remake televisivo que fue cancelado por baja audiencia). Teniendo en cuenta la aceleración que ha experimentado el movimiento feminista en los últimos años, con una presencia muy relevante dentro del discurso público, parece el momento idóneo para que Hollywood se atreva a hacer una relectura de la serie con las gafas violetas puestas. Las noticias que han ido llegando sobre la película parece que van por esa línea. La directora y guionista Elizabeth Banks (la primera vez que una mujer está detrás del proyecto) ha declarado en Entertainment Weekly que quería “hacer una película en la que las mujeres trabajan juntas y se apoyan las unas a las otras”, justo el aspecto de la serie que destacó el posfeminismo. Sin embargo, parece evidente que hay un problema difícil de resolver: ¿cómo encaja la figura de Charlie, símbolo inequívoco del patriarcado, en esta actualización de la serie en clave feminista? ●
Las tres heroínas no dejaban de ser una fantasía masculina heterosexual