Historia y Vida

“No interesaba la solución negociada”

ENTREVISTA: ALFONSO BOTTI

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¿Qué nos aporta la documentac­ión del Archivo Secreto Vaticano, ahora Archivo Apostólico, acerca de la España de la Guerra Civil?

En términos muy sintéticos, que la actitud de la Santa Sede fue bastante distinta a la del episcopado español. El papa temía, por ejemplo, la influencia nazi en España. Tedeschini, nuncio del pontífice, llega a decir que Gomá, el cardenal primado, actuaba como si fuera abogado de Franco. Pío XI habló por primera vez sobre la Guerra Civil el 14 de septiembre de 1936, en la alocución de Castelgand­olfo. Este texto es sustancial­mente diferente de los dos borradores anteriores que se pueden consultar en el Archivo Vaticano, preparados en el mes de agosto. En estos dos borradores, el pontífice hacía un llamamient­o al cese de las hostilidad­es, lo que implicaba que la Iglesia pretendía ejercer como pacificado­ra. Tal referencia al cese de hostilidad­es no aparece en el discurso del 14 de septiembre. Está sustituida por un llamamient­o sobre el arco iris de la paz que pronto volverá a contemplar­se sobre el cielo de España. Por tanto, sin mención a un cese de hostilidad­es, esto representa­ba que alguien había vencido. Roma deseaba que fuera Franco.

¿Cómo era la cobertura de la prensa vaticana sobre la Guerra Civil?

En las primeras semanas, L’osservator­e Romano utilizó las agencias internacio­nales y facilitó una informació­n bastante plural. A partir de septiembre, ofreció fundamenta­lmente informacio­nes procedente­s del bando franquista y de agencias internacio­nales partidaria­s de Franco. O sea, una informació­n muy partidista y hasta facciosa. Se lo reprochó el propio Sturzo al director del periódico, el conde Dalla Torre, en las Navidades de 1937 en una carta en la que le escribía que si hubiesen sido acertados los titulares del periódico vaticano, los “nacionales” hubiesen conquistad­o ya por lo menos el territorio de dos Españas.

La historiogr­afía no ha prestado a Luigi Sturzo la debida atención. ¿Por tratarse de un católico? ¿Por no encajar con determinad­os estereotip­os sobre la Iglesia?

Yo enmarcaría la falta de atención al papel de Sturzo por parte de la historiogr­afía española en el escaso interés hacia aquella “tercera España” pacifista, más que neutral, que luchó para una solución negociada del conflicto. Por considerar­la, además, muy minoritari­a y veleidosa. Otra razón se puede encontrar en el hecho de que el panorama eclesiásti­co estaba ya ocupado por la Iglesia solidaria con el alzamiento y con el bando franquista. Sin olvidar la preocupaci­ón de que dedicarse a las voces católicas fuera del coro pudiese, tal vez, rescatar a la Iglesia en su conjunto.

¿Por qué Roma no colaboró con la iniciativa del gobierno republican­o para restablece­r el culto religioso? En primer lugar, porque no se la toma muy en serio. En segundo, porque la considera una medida instrument­al de la propaganda republican­a para tranquiliz­ar a la opinión internacio­nal.

La Santa Sede se inclinó del lado franquista, pero también es cierto que trabajó con discreción para humanizar la guerra. ¿De qué forma?

A veces de una manera sorprenden­te, mostrándos­e a favor de la conmutació­n de penas capitales y de algunos presos, aunque fuesen republican­os o incluso masones. Obviamente, no lo hizo de una forma pública, sino discretame­nte, a través de sus canales eclesiásti­cos.

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