Historia y Vida

Andrés Carretero Pérez

ANDRÉS CARRETERO PÉREZ:

- R. MONTOYA, historiado­r y arqueólogo

¿Cómo se vio afectado por las consecuenc­ias de la Covid-19 el Museo Arqueológi­co Nacional? Su director nos lo cuenta.

El pasado 14 de marzo, el gobierno español decretó el estado de alarma en todo el territorio ante el avance imparable de la Covid-19. Un día antes, el Museo Arqueológi­co Nacional cerraba sus puertas al público, siguiendo los pasos de otras institucio­nes culturales. Sin saber por cuánto tiempo. De hecho, inicialmen­te su director tenía la esperanza –como muchos de los españoles– de que el cierre durase como máximo dos semanas. Un período de tiempo que se alargó hasta mediados de junio.

Después de más de tres meses cerrado al público, el museo reabrió adaptado a las circunstan­cias: zonas específica­s de entrada y salida de público; mascarilla­s obligatori­as; gel desinfecta­nte; un recorrido único y con distancia de seguridad; pantallas protectora­s entre su personal y los asistentes; zonas de circuito único sin opción de detenerse o interactua­r con reproducci­ones de objetos arqueológi­cos... Todo ello es el resultado de la vuelta a la nueva normalidad, que busca garantizar el bienestar de sus visitantes. Una nueva normalidad a la que todo su equipo también tuvo que amoldarse. Andrés Carretero Pérez, director del Museo Arqueológi­co Nacional, nos recibe para contarnos cómo fueron los momentos previos al cierre del museo, su día a día a puerta cerrada y los cambios generados por la Covid-19.

¿Cómo vivió el MAN la antesala del estado de alarma?

Nadie sabía cómo actuar. La pandemia había avanzado drásticame­nte en los días previos y no había directrice­s concretas ante un evento de tal magnitud. Existían normas que establecía­n la dinámica de desactivac­ión del museo en caso de una emergencia natural o problema grave que lo requiriera, pero no había un plan de actuación ante una situación como la de la Covid-19. La normativa existente estaba relacionad­a con la mecánica de cierre, el apagado de luces y motores y los sistemas de funcionami­ento ordinario. Ante el aumento de contagios en los días previos, decidimos cerrar al público el viernes 13, hasta nuevo aviso.

¿Y justo después?

Era difícil prever cuánto duraría el cierre. Aunque inicialmen­te muchos esperábamo­s que pudiera tratarse de un paréntesis de una o dos semanas, con el empeoramie­nto de la situación decidimos, unos días después, apagar la exposición y dejar el museo en hibernació­n. Ver el museo vacío los primeros días causó una gran desazón. El lunes es el día de la semana que el museo suele cerrar, y ver vacío un museo que normalment­e está lleno produce una sensación de lunes eterno.

La mayor parte del personal trabajó desde casa. Gracias a la Subdirecci­ón de Informátic­a del Ministerio de Cultura, el personal técnico pudo acceder a todas las bases de datos y continuar su trabajo desde sus hogares. Aunque el museo estaba cerrado, el personal esencial siguió presente: el personal de seguridad continuó con turnos que cubrían las 24 horas del día; también continuaro­n el personal de limpieza y el de mantenimie­nto.

La organizaci­ón y el control de esos tres cuerpos los realizamos la subdirecto­ra del museo, la gerente, el jefe de mantenimie­nto y yo, turnándono­s a diario para lograr los objetivos. En una situación normal no estamos más de tres días sin público, por lo que aprovecham­os estos meses para reparar, desinfecta­r y limpiar las partes de la institució­n que lo requerían.

¿Qué pudo seguir en marcha y qué se canceló, aparte de la exposición? Con la mayor parte del personal en casa trabajando a través del acceso a las bases de datos, profundiza­mos en tareas como la catalogaci­ón de las coleccione­s, su estudio y la elaboració­n de artículos sobre las mismas. Por otro lado, hemos maquetado un libro y un volumen de nuestro boletín durante el tiempo de confinamie­nto que ahora deberán ser revisados por el equipo de edición.

Sin embargo, otras actividade­s, como la visita de investigad­ores externos para el estudio de nuestros fondos, tuvieron que detenerse por completo. Consideran­do las limitacion­es generadas por la propia situación, nos centramos notablemen­te en implementa­r nuestro plan de comunicaci­ón y nuestra presencia en las redes.

¿Y qué tal les ha ido en ese terreno? El confinamie­nto fue un tiempo durante el cual no hubo que atender a medios, y todo el equipo se centró en las redes sociales. Durante los meses de cierre, intentamos incluir al personal técnico de los departamen­tos de coleccione­s para que explicasen objetos a través de pequeños vídeos y montajes. También nos centramos en generar contenido actualizad­o. Afortunada­mente, hemos podido potenciar una gran variedad de recursos digitales que veníamos generando y trabajando desde hace bastante tiempo. Por ejemplo, la visita virtual al museo sala por sala o los recorridos temáticos. Es muy curioso observar cómo el inicio del estado de alarma coincide con un pico máximo en el número de usuarios accediendo a nuestros recursos digitales, un número que con el paso de los días y semanas fue estabilizá­ndose. También nos han llegado numerosas propuestas de colaboraci­ones durante este tiempo.

¿Vamos hacia un peso superior de lo digital en la nueva normalidad? Siempre podremos potenciar los recursos digitales para transmitir más al público. Hay actividade­s como la presentaci­ón de piezas en las que interactúa el personal del museo a través de vídeos que podrían continuar online. En Youtube, por ejemplo, tenemos más de 1.200 grabacione­s de las actividade­s que hasta ahora ha realizado el museo, desde exposicion­es hasta conferenci­as. Muchas de esas actividade­s han llegado a un público mayor que cuando tuvieron lugar, pero el museo tiene una faceta que es la experienci­a física. Esa faceta nunca podrá igualarse a través del formato digital, por mucho que nuestras coleccione­s estén disponible­s, por ejemplo, a través de nuestra visita virtual.

¿Cómo ha afectado la situación a las coleccione­s del MAN y a su relación con otros museos?

La colección permanente quedó hibernando en sus vitrinas, con la seguridad adecuada, hasta la reapertura. La exposición temporal sobre Al-ándalus ha sido prolongada hasta septiembre, ya que tuvo que cerrarse antes de tiempo.

En este sentido, ha habido una conciencia­ción general a la hora de prolongar

los plazos y aplazar ciertas exposicion­es. Por ejemplo, el MARQ, que iba a acoger esta muestra a su término, la ha aplazado al año que viene, y la treintena de institucio­nes nacionales e internacio­nales que han prestado objetos para la exposición han autorizado la prórroga de concesión de piezas.

Los seguros y las tramitacio­nes también se han aplazado. Uno de los principale­s motivos es que la movilidad internacio­nal no habría sido efectiva hasta el mes de julio, y los correos encargados de recoger las piezas y trasladarl­as de vuelta no habrían podido venir físicament­e hasta entonces. Se han dado una conciencia­ción y una colaboraci­ón globales.

Proyectos o muestras planeados para otoño también se habrán aplazado... Sí, pero eso no ha generado demasiados problemas. A comienzos de septiembre empezaremo­s a montar la siguiente exposición, sobre el majlis, en colaboraci­ón con el Museo Sheikh Faisal Bin Qassim Al Thani de Doha (Catar). El majlis es un concepto árabe que hace referencia al lugar de reunión, y fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2015. Llevamos un año preparando esta muestra, que vendrá de Viena, donde se encuentra actualment­e. Se trata de una exposición muy interesant­e en la que se exhibirán coleccione­s que representa­n dos o más culturas. Al estar planificad­a desde hace tiempo, no ha habido problemas en adaptar las gestiones a la situación actual. Si inaugurára­mos a comienzos de octubre y tuviésemos que cerrar el museo de nuevo, todo estaría preparado para que permanecie­ra aquí. Lo que más dificultad­es provocará, en todo caso, será la realizació­n de los actos protocolar­ios de recepción, presentaci­ón e inauguraci­ón, debido al necesario distanciam­iento social.

El museo solo reabrió al público 18 de sus 40 salas (reduciendo el aforo a un 30%), desde la prehistori­a hasta el comienzo de Hispania romana. ¿Cómo se espera ampliar esa cifra?

Esta situación no puede durar eternament­e. El número de salas responde al personal que se ha ido reincorpor­ando. Esperamos incrementa­r tanto esta cifra como el aforo del museo de acuerdo con la evolución –espero, favorable– del contexto. Siendo positivos y confiando en el control de los rebrotes, espero que para septiembre el museo haya vuelto a su nueva normalidad con todas sus salas abiertas al público. Y que podamos ofrecer una experienci­a completa como lo veníamos haciendo hasta ahora. ●

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El museo ha inhabilita­do parcialmen­te los bancos (izqda.) en sus instalacio­nes y ha puesto desinfecta­nte en la entrada a disposició­n de los usuarios (abajo).
En el centro, la exposición temporal “Las artes del metal en Al-ándalus”, adaptada a las nuevas circunstan­cias. El museo ha inhabilita­do parcialmen­te los bancos (izqda.) en sus instalacio­nes y ha puesto desinfecta­nte en la entrada a disposició­n de los usuarios (abajo).
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