Entre libros
Simon Stranger rescata del olvido el pasado de su familia y al criminal de guerra Henry Rinnan
Reseñamos la novela El libro de los nombres y los ensayos Secretos del antiguo Egipto y Soldados de Franco.
Según la tradición judía, el ser humano muere dos veces. La primera, cuando su corazón deja de latir. La segunda, cuando su nombre se olvida. Simon Stranger ha escrito El libro de los nombres para aplazar la segunda muerte de Hirsch Komissar, el tatarabuelo de sus hijos y bisabuelo de su mujer, que fue asesinado en el campo de concentración de Falstad durante la ocupación nazi de Noruega. Stranger estructura su novela, narrada en una inusual pero muy efectiva segunda persona del singular, como una larga carta a Komissar. Tras un “Querido
Hirsch”, comienza el relato. El autor le cuenta al pariente difunto la información que ha obtenido sobre su arresto. Pero a las pocas páginas se detiene. Stranger explica que durante su investigación se ha topado con un hecho sorprendente: el hijo de Hirsch y su nieta (la suegra del escritor) vivieron después de la guerra en una casa marcada por la tragedia, una vivienda que había sido utilizada por una banda de colaboradores de la Gestapo para interrogar, torturar y asesinar a cientos de personas.
El tendero y el asesino
En este punto, la novela se parte en dos. Una trama sigue la historia de Hirsch y sus descendientes, y la otra, al siniestro jefe de la banda de colaboracionistas: Henry Rinnan. ¿Cómo llegó un joven acomplejado por su baja estatura, habitual objeto de burla en la escuela, a convertirse en un agente doble para los nazis, que se hizo famoso por su habilidad para infiltrarse en la Resistencia y por su crueldad en los interrogatorios? El autor contrapone las dos biografías: la del humilde tendero noruego que es asesinado por ser judío y la del noruego que delata y asesina compatriotas para el enemigo a cambio de reconocimiento y ventajas materiales. Dos vidas antagónicas que le sirven a Stranger para describir dos realidades de la ocupación de Noruega. La de los judíos: su persecución, su confinamiento en Falstad como campo de tránsito a Auschwitz, su huida a la neutral Suecia a través de organizaciones clandestinas... Y la de los colaboracionistas: su reclutamiento, sus acciones contra la Resistencia, sus privilegios, sus crímenes... Stranger no quiere que se olvide a las víctimas, pero tampoco a los verdugos. Quiere que se siga pronunciando el nombre de Hirsch Komissar para que no muera una segunda vez, pero también el de Henry Rinnan, para que no se olvide quién fue y lo que hizo.