¿QUIÉN SE GANA EL CIELO?
El político francés Georges Clemenceau (1841-1929; abajo) tenía fama de ser un anticlerical furibundo. En el jardín contiguo a su residencia en la campiña francesa, propiedad de un sacerdote, crecía un frondoso árbol que tapaba las vistas al estadista. Una y otra vez le exigía a su vecino que lo talase, a lo que este se negaba. Finalmente, cansado de su insistencia, el sacerdote accedió a cortarlo diciendo: “Todo sea porque Clemenceau vea el cielo, aunque sea de lejos”.