Fotograma de Das Boot: el submarino.
La segunda temporada de Das Boot: el submarino, que estrena el canal AMC el 17 de septiembre, tiene como telón la derrota alemana en la batalla del Atlántico. ¿Cuál fue la influencia de los U-boote en la guerra?
Alemania fue la última potencia en incorporar submarinos a su armada, en 1906. Sin embargo, fue la primera en utilizarlos de manera primordial en la guerra en el mar. La razón de esta paradoja hay que buscarla al inicio de la Primera Guerra Mundial. En 1914, la flota británica era la más poderosa del mundo. Sabedores de su superioridad, la Royal Navy impuso un severo bloqueo naval que afectó enormemente al comercio marítimo alemán. Para contrarrestarlo, la armada germana decidió atacar al transporte naval enemigo. Para ello emplearon un arma poco utilizada hasta ese momento: los submarinos.
A partir de 1915 comenzó lo que el káiser Guillermo II denominó “guerra total submarina”. Los U-boote (en singular, U-boot, contracción de Unterseeboot, “barco submarino”) empezaron a atacar buques mercantes y de pasajeros británicos (entre ellos, el famoso Lusitania, que a punto estuvo de adelantar la entrada de EE. UU. en la guerra). Y lo hicieron sin respetar el “derecho de presa”, el protocolo que obligaba a poner a salvo a los civiles antes de hundir los barcos del enemigo. Este incumplimiento escandalizó a la opinión pública internacional, que lo consideró una estrategia cobarde y deshonesta.
A pesar de las tensiones diplomáticas que provocó, la táctica se siguió utilizando.
Su efectividad resultó tan extraordinaria que las razones militares terminaron imponiéndose sobre las consideraciones morales. Los U-boote causaron estragos en la flota británica. En febrero de 1917 hundieron medio millón de toneladas de navíos. Dos meses después llegaron a la cifra récord –no superada durante la Segunda Guerra Mundial– de 881.000 (datos de U-boote. El arma submarina alemana en la Segunda Guerra Mundial, S. Mata, La Esfera de los Libros, 2015). Los británicos, alarmados ante unos ataques que estaban interrumpiendo gravemente su suministro de alimentos, combustible y materias primas, reaccionaron con un cambio de estrategia. A partir de mediados de 1917, los barcos mercantes comenzaron a navegar agrupados en convoyes y protegidos por buques de guerra. La táctica funcionó. Los U-boote encontraron cada vez más dificultades para atacar a los mercantes sin ser detectados por los escoltas. Al finalizar la guerra, la opinión generalizada era que el sistema de convoyes había conseguido neutralizar la eficacia de los submarinos como arma. Pero no todos pensaban lo mismo.
Las “manadas de lobos”
Hitler llamó al 18 de junio de 1935 “el día más feliz de mi vida”. En esa fecha se firmó el acuerdo naval entre el Reino Unido y Alemania por el cual se autorizaba a los alemanes a reconstruir una parte de su flota de guerra, algo que tenían prohibido por el Tratado de Versalles. Al frente de los U-boote estaba el antiguo comandante de submarinos Karl Dönitz, un firme defensor de la vigencia del sumergible como arma de guerra. En su obra Die U-bootwaffe (1939), Dönitz sostenía que, gracias a las mejoras