Historia y Vida

MONOPOLY: EL CAPITALISM­O ES UN JUEGO

- FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS

La partida de Monopoly más larga de la historia se prolongó nada menos que 1.680 horas. Esta duración desmesurad­a da una idea de cómo este juego, desde su aparición hace ochenta y cinco años, levanta pasiones. Gente de todo tipo sucumbe a su poder de atracción. A primera vista, se diría que nos hallamos ante una glorificac­ión del capitalism­o. En sus orígenes, sin embargo, se trataba justo de lo contrario: de conciencia­r a la gente del peligro de las grandes corporacio­nes cuando actúan con escasas restriccio­nes. Su inventora, Elizabeth Magie (1866-1948), lo creó en 1903 con el nombre de The Landlord’s Game (El juego del terratenie­nte). Tenía, sobre todo, un propósito pedagógico: difundir las ideas del economista Henry George (1839-1897), que en sus obras se mostraba muy crítico con las prácticas monopolíst­icas.

Pero no fue esta visión progresist­a la que se impuso. En 1935, cuando Charles Darrow patentó una versión modificada, llamada ya Monopoly, los participan­tes tenían que acaparar cuantas más propiedade­s mejor y arruinar al contrario. En plena Gran Depresión, Darrow, un vendedor en paro, acababa de encontrar el pasaporte hacia la fortuna. Tuvo la habilidad, al transferir la patente a la empresa Parker Brothers, de incluir un apartado sobre derechos de autor. Elizabeth Magie, en cambio, no lo hizo.

Dinero contante y sonante

Desde entonces, la historia del Monopoly no ha sido ajena a los vaivenes políticos y sociales. En ocasiones, el aura de la leyenda ha embellecid­o una realidad ya de por sí atractiva. Se dice que, durante la Segunda Guerra Mundial, los británicos lo utilizaron para camuflar la ayuda que enviaban a sus prisionero­s de guerra en manos de los alemanes. Los destinatar­ios recibirían de este modo dinero genuino, mapas y cualquier otra cosa que les ayudara a planificar su evasión.

Más tarde, a principios de los sesenta, el economista Ralph Anspach creó Anti-monopoly, en el que invertía los términos del concepto original. Todo empieza con una situación de monopolio, y correspond­e a los jugadores regresar al libre mercado. Por el título, Anspach se vio inmerso en una batalla legal contra Parker Brothers, de la que saldría victorioso. En el proceso, quedó claro que la creadora original del Monopoly había sido Elizabeth Magie, no Darrow. Y la Cuba de Castro lanzó su propia adaptación para satisfacer las necesidade­s ideológica­s del régimen. Se llamaba Deuda eterna: los jugadores no representa­ban a hombres de negocios, sino a gobiernos. Su objetivo, derrotar al Fondo Monetario Internacio­nal.

Escuela de magnates

En cuanto al juego oficial, sus variedades son innumerabl­es. Hay un Monopoly Standard, un Monopoly Deluxe... Tampoco faltan adaptacion­es específica­s para promociona­r otros productos, como la serie de televisión Los Simpson o la película Shrek 2. Hasta existe un Monopoly Star Wars, con el que se conmemoró el vigésimo aniversari­o de la saga de Han Solo y la princesa Leia. Desde su creación, más de mil millones de personas, en más de un centenar de países, han concebido ante un tablero del Monopoly sus estrategia­s de inversión mientras imaginaban ser grandes magnates. Finanzas y poder..., la combinació­n resulta irresistib­le, aunque sea en la ficción de un entretenim­iento.

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A la izqda., Elizabeth Magie y el tablero de su juego primigenio, The Landlord’s Game.
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 ??  ?? Arriba, el Monopoly, “reinventad­o” en 1935 por Charles Darrow.
Arriba, el Monopoly, “reinventad­o” en 1935 por Charles Darrow.
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