UNA ERA SOLO MEDIANAMENTE APESTOSA
Las costumbres higiénicas medievales estaban muy lejos de las actuales, pero no tanto como lo pinta el tópico. Cualquiera podía disfrutar de un buen baño.
Blanca y radiante va la novia con su ramo de flores... olorosas. Las malas lenguas de la historia, esas que presentan la Edad Media como una era de brutos malolientes, sitúan el origen de la tradición del ramo nupcial en el tufo que destilarían las contrayentes de aquellas épocas: la fragancia de las rosas y demás ayudaría a mitigar el pestazo en tan importante día. Tan importante que la costumbre de celebrar las nupcias en primavera también nos vendría de entonces, porque el baño anual tenía lugar en mayo, y así los novios llegarían aún fragantes al altar... Puede que Isabel la Católica solo hubiera tomado, efectivamente, dos baños en su vida, el día de su nacimiento y el de sus esponsales con Fernando el Católico, algo de lo que su propia majestad se jactaba, pero lo de los esponsales primaverales es una invención: en la Edad Media, las bodas tenían lugar en cualquier momento del año, en verano, coincidiendo con festivales, o en otoño e invierno, cuando el trabajo en el campo aflojaba, así que de poco serviría un baño tomado tantos meses atrás. Claro que, ¿y si resulta que ese no era el único día en que se lavaban? ¿Eran tan poco higiénicos los europeos en la Edad Media como tradicionalmente se los ha presentado? La historiadora Katherine Harvey, de la Universidad de Londres, no está de acuerdo en absoluto con esta visión apestosa de la Edad Media. En un artículo para la BBC explica, para empezar, que la propia hija de Isabel la Católica, Juana la Loca, sentía tal afición por bañarse y lavarse el pelo que su marido, Felipe el Hermoso, llegó a temer que enfermara. La preocupación del real cónyuge respondía a la creencia arraigada entonces de que demasiados baños debilitaban el cuerpo. La leyenda atribuye al leonés Alfonso VI la destrucción de todos los baños de su reino en el siglo xi, tras varias derrotas contra los musulmanes, porque sus soldados se habrían debilitado a causa de tomar las aguas, mito que incluso se recoge en la Estoria de España, el que se considera primer libro de historia de España no traducido del latín, compilado por iniciativa de Alfonso X el Sabio en el siglo xiii. Tal vez episodios como el de Alfonso VI ayudaron a crear esta leyenda negra sobre la aversión medieval a los baños, que se extiende a toda Europa. Sin embargo, el propio Alfonso X respetó los establecimientos de aguas tomados en la conquista musulmana, por sus propiedades medicinales; en general, en la