Quien tuvo, retuvo
UNA VISIÓN POCO CONVENCIONAL DE CARLOS II
En la historia tradicional, el reinado de Carlos II el Hechizado (16651700) es el punto más bajo de la España de los Austrias. Todo sería un desastre, empezando por la propia persona del monarca, un ser débil tanto en el aspecto físico como en el mental. Por ese motivo, en los libros al uso, el período se acostumbraba a despachar con unas pocas páginas, como si nuestro siglo xvii acabara en tiempos de Felipe IV. Sin embargo, a lo largo de los últimos años, una nueva historiografía ha puesto en cuestión esta visión catastrofista. El británico Christopher Storrs, por ejemplo, ofreció una mirada novedosa en La resistencia de la monarquía hispánica (Actas, 2013). Lejos de mostrar el colapso de una superpotencia, afirmaba que el Imperio se las había arreglado para funcionar con razonable eficacia. No había que explicar, pues, su hundimiento, sino más bien las razones de su pervivencia.
El italiano Davide Maffi, especialista en historia militar de los Austrias, se sitúa, con Los últimos tercios, en esta línea de revalorización. Su estudio cuestiona a fondo que el Ejército fuera el eslabón débil de la España de Carlos II, una fuerza anticuada bajo la autoridad de mandos tan arrogantes como ineptos. La realidad, según Maffi, fue que las tropas españolas mantuvieron un considerable poder combativo. Entre otras razones, porque supieron incorporar las tácticas más novedosas, al contrario de lo que se acostumbra a suponer. Mientras tanto, pese a los lamentos sobre la falta de “cabezas”, algunos comandantes demostraron un talento apreciable.
Ese fue el caso, sin ir más lejos, del tercer marqués de Leganés, gobernador de Milán. Por todo ello, países como Holanda, el enemigo de otros tiempos, no podían permitirse el lujo de prescindir del apoyo hispano