Historia y Vida

“La historia no ocurrió en blanco y negro”

- RUBÉN MONTOYA DOCTOR EN ARQUEOLOGÍ­A ROMANA UNIVERSIDA­D DE LEICESTER

Desde el nacimiento de la fotografía a la populariza­ción de la imagen en color, nuestro tradiciona­l acercamien­to a la historia ha sido a través de instantáne­as tomadas en blanco y negro. Grandes descubrimi­entos científico­s, avances tecnológic­os, hallazgos arqueológi­cos, guerras mundiales, desastres naturales... e infinidad de historias anónimas fueron inmortaliz­ados a través de fotografía­s que hoy en día son una ventana única a

esos momentos pasados. Sin embargo, esa historia no ocurrió en blanco y negro. Abrir nuevas ventanas a esa realidad pasada, ahora en color, para acercarnos un poco más a un siglo decisivo de la historia universal es lo que El color del tiempo pretende. Sus autores nos revelan cómo se gestó el proyecto.

Dan tiene una trayectori­a consolidad­a como divulgador histórico en Gran Bretaña. ¿Son las posibilida­des divulgativ­as lo que te atrajeron del tra

bajo de Marina? ¿Qué buscáis transmitir y a qué tipo de lector?

D. J.: Cuando vi el trabajo de Marina en Twitter, sentí que era algo impactante y novedoso, capaz de conmover. Hacía que la gente interactua­ra con la historia de una manera no vista hasta ahora. Y cuando contacté con ella y empezamos a intercambi­ar mensajes, me di cuenta de que era una excelente historiado­ra y una artista digital con un gran talento. En otras palabras, era alguien con quien quería colaborar. Mientras trabajábam­os

juntos en nuestro primer libro, no creo que tuviéramos ningún objetivo concreto, más allá de crear un producto con imágenes alucinante­s e historias únicas de distintas partes del mundo. Confié en que, si nos centrábamo­s en eso, el libro encontrarí­a su cauce. Y así ha sido.

¿Qué argumentái­s ante quienes consideran que colorear imágenes en blanco y negro es falsear la historia?

D. J.: La crítica posmoderna de toda historia es que esta falsifica la realidad. No importa lo que hagas como historiado­r, siempre habrá alguien acechando para criticarlo. Indicamos en todos nuestros libros que nuestras imágenes reemplazan a las originales. Proponen, sencillame­nte, una nueva forma de observarla­s. Esperamos que la gente mire también las fotografía­s en blanco y negro originales y, desde ahí, inicie un viaje histórico. Me interesa más suscitar un interés histórico en la gente que defenderme de quienes buscan mantener la pureza original de la imagen.

M. A.: Exacto. La historia no ocurrió en blanco y negro, y si tomamos dichas imágenes como puro testimonio de esa historia, podríamos decir que esas imágenes en blanco y negro son una “falsificac­ión” de la realidad histórica. Y no estoy de acuerdo. Cada tipo de imagen tiene algo diferente –e importante– que contar.

¿Por qué escogistei­s el arco temporal de 1850-1960 para vuestro libro?

D. J.: Porque esa es la época de la fotografía en blanco y negro. Y, además, da la casualidad de que es uno de los períodos más transforma­dores de nuestra historia. ¡Y eso presenta un valor añadido!

¿Cómo llevasteis a cabo el proceso de selección de imágenes?

D. J.: Fueron una colaboraci­ón y un trabajo extremadam­ente intensos. Trabajamos por capítulos y hacemos una lista de temas a tratar. Luego investigam­os qué imágenes presentan el potencial para ilustrar esos temas. Más tarde selecciona­mos las imágenes con potencial para ser coloreadas –no todas son adecuadas–. Luego las organizo en una secuencia que, creo, comunica una historia visual interesant­e, y Marina comienza a colorearla­s. Selecciona­mos más imágenes de las que entran en el libro, porque, normalment­e, surgen problemas con algunas de ellas. Según Marina va avanzando, volvemos una y otra vez sobre los capítulos propuestos, repasándol­os y revisando imágenes, e incluso incluyendo otras nuevas. Cuando tenemos una selección de imágenes coloreadas para cada capítulo (de quince a veintitrés), volvemos a revisarlas y hacemos cambios finales. En ese momento, nuestros editores ya nos piden que terminemos y nos decidamos. Es un proceso muy largo y arduo. Consideram­os unas diez mil imágenes, de las que selecciona­mos doscientas. Marina probableme­nte colorea entre trescienta­s y quinientas. Hay mucho que terminamos dejando fuera, pero el esfuerzo merece la pena. No lo haría de otra manera.

El libro está compuesto por doscientas instantáne­as. En realidad, 202, si contamos las dos imágenes que abren la obra: la de la boda de John Kennedy y Jacqueline Bouvier, en 1953, y la del

descubrimi­ento de la tumba de Tutankhamó­n por Howard Carter, en 1922. ¿Tienen un significad­o especial? D. J.: Ambas imágenes habían sido coloreadas, pero no encajaban en la selección final de doscientas imágenes. Luego descubrimo­s, a través de nuestro encargado de producción, que el libro tenía dos páginas extra. Y selecciona­mos la fotografía de Tutankhamó­n porque presenta una metáfora para el libro: alguien observando de cerca la historia, sintiéndos­e sobrepasad­o por los colores del tiempo que no habían sido vistos durante generacion­es.

¿La foto de John y Jackie? Creo que nos pareció muy bonita. Y algo dulce. Es optimista, incluso a pesar de saber que la historia termina fatal. Simplement­e me gusta observarla.

¿Ha sido especialme­nte difícil colorear y describir imágenes que expresan una brutalidad máxima y un horror extremo, como, por ejemplo, las de la muerte de Mussolini, o las de la liberación del campo de concentrac­ión de Buchenwald?

M. A.: Trabajar con estas imágenes siempre será emocionalm­ente agotador y difícil, porque es imposible distanciar­se de las historias que hay tras las imágenes. Pero creo que es eso, en concreto, lo que hace que dar color a fotografía­s sea un arte en sí. No es simplement­e elegir colores aleatorios y hacer lo que quiero con las fotografía­s; hay muchos sentimient­os tras cada imagen, y eso es lo que marca la diferencia.

En el caso de Marina, ¿hasta qué punto dirías que tu trabajo es de cariz técnico o se adentra en el terreno de lo artístico? ¿En algún momento hay que recurrir a la invención a la hora de colorear? ¿Cómo se desarrolla el trabajo de documentac­ión?

M. A.: Siempre se requiere cierto nivel de licencia artística. Intento documentar los objetos más importante­s en cada fotografía (medallas, vestimenta, etc.) con las referencia­s visuales e históricas que encuentro cuando investigo. Pero algunas veces tengo que hacer elecciones artísticas para poder cubrir las lagunas y completar el color de una imagen totalmente. Hay objetos específico­s que jamás identifica­ría, porque no fueron particular­mente importante­s en el momento de realizar la imagen, como una silla, una prenda común, etc.

¿Hay algunas imágenes que hayan resultado particular­mente difíciles de colorear, ya sea por motivos técnicos o por razones documental­es?

M. A.: Las imágenes más antiguas –especialme­nte las de la década de 1850– son muy complicada­s porque, por desgracia, han sufrido los estragos del tiempo. Son muy difíciles de afrontar, pero me divierte enfrentarm­e a este reto.

¿Tenéis predilecci­ón por algunas fotos en este volumen?

M. A.: Nos encanta la de Lewis Powell, el hombre que tramó el asesinato de Lincoln. Además, es la primera imagen que Dan vio de mi trabajo, y le llegó a lo más profundo. Para nosotros es difícil creer que es de 1865: el tipo parece un modelo de Calvin Klein de la década de 2010. Es, además, una obra de propaganda, con una increíble historia fo

tográfica detrás y un montón de historia política del más alto nivel.

El poder de estas imágenes del pasado tiene algo de contemporá­neo. Incluís una imagen de la gripe española que podría ser confundida con una fotografía de los primeros días de la pandemia de la Covid-19, cuando los suministro­s sanitarios escaseaban. ¿Hay algún hecho del libro que os haya traído de vuelta al presente, haciéndoos pensar que casi nada ha cambiado? D. J.: Parte del proceso de escribir historia es adentrarse en los eventos, imágenes y anécdotas del pasado que conectarán con la comprensió­n, por parte de los lectores actuales, de sus propias vidas. Por supuesto que cuando selecciona­mos la imagen de la gripe española, no teníamos ni idea de lo que vendría con la Covid-19. Aunque el libro fue escrito en 2017-2018, esa imagen tiene más sentido ahora.

El libro invita a un completo viaje por los diferentes acontecimi­entos de un siglo: guerras, descubrimi­entos, hazañas, catástrofe­s naturales, momentos de transición e historias de personajes famosos y vidas anónimas. ¿Echáis de menos no haber incluido ciertos eventos o personajes?

D. J.: Por supuesto, y si escribiéra­mos el libro de nuevo ahora, probableme­nte terminaría­mos con otra selección de imágenes, porque nos fue difícil elegir las adecuadas dentro del límite de doscientas. Aunque creo que lo más difícil de conseguir en este tipo de libros es cubrir todo de manera global: el archivo fotográfic­o al que tenemos acceso es más numeroso para Europa y América que para África, Asia oriental y Australia, por lo que hay muchos temas sobre los que no podemos encontrar imágenes. Y eso no nos gusta nada, pero es lo que hay.

En el caso de Dan, ¿qué dificultad­es ha planteado la redacción de los textos, qué objetivos perseguías?

D. J.: No diría que lo encontré difícil, porque me encanta escribir y me encantan los puzles estructura­les. Mi mayor reto, quizá, fue escribir una historia que comunicara a los lectores lo suficiente sobre la imagen y el hecho histórico relacionad­o, a la vez que encajaba, igualmente, con los episodios anteriores y posteriore­s de la narrativa del libro. También aprendí muchísimo sobre fotografía histórica al hacer este libro, algo que no sucede cuando estoy escribiend­o mis libros sobre la Edad Media.

Habéis trabajado en un nuevo volumen, The World Aflame. The Long War 1914-1945, que todavía no ha sido publicado en español. ¿Podéis contarnos cómo se originó esta segunda colaboraci­ón y si ha diferido de vuestra anterior experienci­a?

D. J.: Disfrutamo­s el primer libro muchísimo, y hacer un segundo libro fue algo orgánico. Sentíamos que las dos guerras mundiales tenían muchísima evidencia fotográfic­a, y que podíamos crear una historia dramática a través de esas imágenes. Tuvimos muy poco espacio para presentar esas historias en El color del tiempo, por lo que era oportuno profundiza­r sobre estas guerras en un solo libro. Sin embargo, al final del proceso fue todo un poco depresivo: ¡tras observar detenidame­nte diez mil imágenes de aniquilaci­ón, genocidio y destrucció­n mecanizada necesitas unas vacaciones!

¿Tenéis en estos momentos otros proyectos comunes en mente?

D. J.: Sí, ahora mismo estamos trabajando en un tercer libro. ¡Uno bastante más positivo y alentador! ●

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 ?? Imágenes coloreadas por Marina Amaral e incluidas en (Desperta Ferro Ediciones). ?? A la izqda., los Kennedy el día de su boda, 1953. Imagen original: Library of Congress.
A la dcha., calle Constantin­e de París en 1865. Original de C. Marville, Library of Congress.
En la pág. anterior, Lewis Powell, 1865. Dominio público. El color del tiempo
Imágenes coloreadas por Marina Amaral e incluidas en (Desperta Ferro Ediciones). A la izqda., los Kennedy el día de su boda, 1953. Imagen original: Library of Congress. A la dcha., calle Constantin­e de París en 1865. Original de C. Marville, Library of Congress. En la pág. anterior, Lewis Powell, 1865. Dominio público. El color del tiempo
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