Villa Adriana
Adriano eligió como residencia un lugar cercano a Roma, donde construyó un majestuoso complejo que le permitió gestionar su imperio desde el retiro.
Esta villa en Tívoli, la más lujosa del mundo romano, fue un empeño personal del emperador Adriano.
Aunos 28 km al este de Roma, en la localidad de Tívoli –antigua Tibur–, se encuentran los restos de la villa imperial más grande y lujosa del mundo romano. Fue construida a partir de 118, a los pies de los montes Tiburtinos, por el emperador hispano Adriano, quien eligió aquel lugar como residencia, recreo y para la administración de su imperio, alejado del bullicio de Roma. La predilección por las villas en estos parajes, donde primaban la tranquilidad y la naturaleza, era común entre los miembros de la aristocracia romana desde época republicana.
De este modo, la cercanía y la excelente comunicación de Tibur con la capital de un imperio emergente hicieron de este un lugar único para la proliferación de villas. Se cree que Adriano erigió su residencia imperial sobre los restos de una de ellas, quizá propiedad de su mujer, Vibia Sabina. La renovó y amplió al comienzo de su imperio, en 118, y, desde entonces, y hasta su muerte en 138, se añadieron más de treinta edificios a lo largo de ciento veinte hectáreas: teatros, templos, termas, bibliotecas, fuentes, estanques, un palacio y residencias privadas en un complejo urbanizado. La combinación de diferentes estilos y formas arquitectónicas dotó al lugar de un carácter
monumental y majestuoso que sigue sobrecogiendo a sus visitantes.
Redescubrimiento y excavación
El sitio fue identificado como la villa del emperador Adriano en el siglo xv por el humanista Flavio Biondo. Por aquel entonces, solo se observaban ruinas de antiguos edificios monumentales y grutas engullidas por la naturaleza. Las primeras excavaciones fueron promovidas por el papa Borgia Alejandro VI. Gracias a ellas, se recuperaron las estatuas de unas musas que hoy en día se exhiben en el Museo del Prado, halladas en el denominado odeón. Hubo que esperar a mediados del siglo xvi para asistir a unas excavaciones a gran escala, financiadas por Hipólito II de Este, gobernador de Tívoli, que se estaba construyendo un palacio. El arquitecto de ese proyecto, Pirro Ligorio, obtuvo materiales edilicios, mármoles
y estatuas de aquel lugar para decorar el cercano palacio de Villa d’este, hallazgos minuciosamente descritos en los códices de la época. A partir de entonces, las excavaciones se multiplicaron. En 1737, el cardenal Alejandro Furietti halló unas estatuas de centauros, un fauno y un precioso mosaico, hoy en los Museos Capitolinos. El lugar pasó a ser propiedad del conde Fede en el siglo xviii y se convirtió en parada obligato