Francia, 1940
¿POR QUÉ FUE TAN FÁCIL LA OCUPACIÓN DEL PAÍS?
Nadie esperaba que Francia, en teoría uno de los países más poderosos del mundo, sucumbiera tan rápido ante el arrollador empuje de las divisiones del Tercer Reich. En apenas veinte días, casi dos millones de soldados habían caído prisioneros. Fernando Ortiz Echagüe (1891-1946), un periodista español establecido en Argentina, asistió a tan insólito espectáculo como corresponsal del diario bonaerense La Nación. Sus crónicas, llenas de garra e inmediatez, acaban de ser reeditadas en Eclipse de Francia, el apasionado retrato de la incertidumbre de unos tiempos convulsos. Nosotros sabemos cómo acabó la historia. El autor, en cambio, no. ¿Conseguirá resistir Inglaterra a las embestidas de Hitler? ¿Iba a sumergirse Europa en la oscuridad del totalitarismo?
El lector hallará aquí todas las virtudes del buen periodista, sobre todo, la curiosidad para estar atento a todos los detalles. Lo mismo tenemos conversaciones con personajes de alto nivel que la opinión de personas anónimas, como esos soldados que han regresado del frente sin disparar, prácticamente, un tiro. Su testimonio culpa a los jefes del Ejército del desastre: no hubo disposición de combatir, sino un sálvese quien pueda generalizado. “Nos han abandonado”, repetían en la desbandada.
Un rayo de esperanza
Pese a su apoyo a los aliados y su admiración por Churchill, Ortiz Echagüe trata al mariscal Pétain, al que consigue entrevistar, con remarcable benevolencia. Se deja influir por el mito extendido en la época, que lo presentaba como un anciano venerable que asumía el poder para hacer que la debacle fuera menos dura. No obstante, su visión no está exenta de críticas. El gobierno de Vichy aparece como un títere de los invasores, un organismo desprovisto de cualquier posibilidad de actuar por cuenta propia.
En medio del colapso, los militares culpaban a los civiles y los civiles a los militares. Entre tanto, muchos se adaptaban como podían al nuevo estado de cosas y culpaban al sistema democrático de la catástrofe. El autoritarismo, en aquellos momentos, representaba la última moda. Ante aquel auge de las ideas extremistas, Ortiz Echagüe supo mantener la cabeza fría. La dislocación del mundo no iba a durar para siempre: “Francia ha sido grande con las instituciones de las que hoy reniega”. El hispanoargentino, con su voz lúcida, aporta a su público multitud de elementos con los que explicar lo inexplicable, el hundimiento de una potencia orgullosa que no ha sabido reeditar las proezas de la guerra de 1914.