A buen elefante, pocas palabras
Ser un gran poeta no conlleva, necesariamente, ser amable. Dante Alighieri (1265-1321) fue reservado e incluso huraño. Un día se hallaba a orillas del Tíber cuando un desconocido intentó darle conversación. Molesto por la interrupción, preguntó a su interlocutor: “¿Sabes acaso cuál es la mayor bestia que se conoce?”. El recién llegado respondió: “¿Tal vez el elefante?”. “Exacto, el elefante –apuntó Dante–, y ¿sabes que el elefante no habla? Pues, ya que es así, dignísimo elefante, déjame en paz”.