Un reino privado de su pasado
Aunque se los llama bronces, los tesoros del reino de Benín también están hechos de otros materiales
Las piezas se hallan repartidas en 161 museos de todo el mundo. Más de la mitad de estos son anglosajones, si se suman las instituciones del Reino Unido, Estados Unidos y Australia. Pero también hay europeos (alemanes, parisinos, holandeses, vaticanos), además de árabes y japoneses. Del número global, sin embargo, los centros nigerianos ascienden apenas a nueve.
Este recuento, publicado
en 2020 por el arqueólogo de Oxford Dan Hicks en The Brutish Museums, permite hacerse una idea de cuán tocado ha quedado en casa el patrimonio arqueológico, histórico y artístico del reino de Benín que el EMOWAA busca restituir ahora.
Dichas obras suponían la columna vertebral de la historia local. Por ejemplo, las pormenorizadas cabezas metálicas reproducían los rasgos de los sucesivos obas y reinas madres. A su vez, las placas palaciegas ilustraban con minuciosos altorrelieves la crónica política y social del Estado africano.
Este rico legado, que incluye desde estatuaria de fundición y máscaras hasta colmillos de elefante (abajo, en el Museo Linden de Stuttgart) e instrumentos musicales, no solo poseía un rol decorativo y suntuario en el palacio y los altares de Edo. También marcaba períodos de mandato, honraba a los ancestros y protagonizaba rituales de Estado.