Historia y Vida

El año que París se comió a sus elefantes

Durante la guerra francoprus­iana, el largo asedio de la capital francesa provocó una escasez extrema, y todo tipo de animales tuvieron que ser sacrificad­os para alimentar a la población.

- I. DÍEZ I NOVELLA, periodista

En 1870, miles de animales fueron sacrificad­os para paliar el hambre de la población parisina, cercada por el ejército enemigo en el curso de la guerra francoprus­iana.

Corría el año 1870. Tras la derrota del emperador Napoleón III en la batalla de Sedán, en la guerra francoprus­iana (1870-1871), el canciller alemán Otto von Bismarck esperaba lograr una rápida rendición por parte de Francia. Pero cuando la noticia de la rendición de Napoleón III llegó a París, se produjo un levantamie­nto popular, encabezado por el político Léon

Gambetta, líder de la oposición republican­a en la Asamblea Nacional, que proclamó la Tercera República francesa. Durante ese día, se estableció en París un gobierno de defensa nacional, con el general Louis Jules Trochu a la cabeza, para contrarres­tar la amenaza prusiana. Al no ver ninguna posibilida­d de negociació­n, Bismarck ordenó a sus tropas sitiar la ciudad de París, con el fin de conseguir la rendición del nuevo gobierno. Durante

cinco meses, la Ciudad de la Luz sufrió el aislamient­o y la escasez de alimentos, y sus ciudadanos no tardaron en encontrar alternativ­as para paliar el hambre.

Instinto de superviven­cia

No había combates que amenazaran a la población, pero París se enfrentaba a uno de los asedios más férreos de su historia. Cuando los alimentos de consumo regular –hortalizas, queso, leche...– empeza

ron a escasear, el instinto de superviven­cia llevó a los parisinos a consumir carne de caballos, burros y mulas. La carne de caballo, un recurso muy barato para los estratos más pobres, se convirtió en un artículo de lujo. Estimacion­es de la época fijan en unos sesenta y cinco mil los caballos que fueron sacrificad­os entre septiembre de 1870 y enero de 1871. Quienes no podían permitirse carne equina empezaron a perseguir, capturar y matar perros, gatos, palomas y ratas. El pintor Édouard Manet escribió una carta a su esposa, en noviembre de 1870, relatando la situación: “Aconseja a mamá que empaque algo de comida enlatada para su regreso [...], la vida será terribleme­nte cara en París después del asedio. Todo está arruinado en el barrio, la fanega de patata cuesta aquí ocho francos. Ahora hay carniceros de gato, perro y rata en París. No comemos más que caballo, cuando podemos conseguirl­o”.

Pero el funesto episodio no terminó aquí. Cuando los caballos y animales callejeros empezaron a escasear, los zoológicos de la ciudad tomaron la decisión de vender sus animales a los carniceros. El zoo del Jardin des Plantes llegó a sacrificar a su atracción turística más popular, la pareja de elefantes Castor y Pollux, que solían pasear a los visitantes del recinto montados en su grupa. Pocos animales estuvieron a salvo de la masacre: se mantuvo con vida a los monos, por su parecido con los humanos, a los grandes felinos y a los hipopótamo­s, estos últimos por el elevado precio que les pusieron.

A la rica cabeza de burro

Los exóticos animales del zoológico fueron servidos en algunos de los mejores restaurant­es de París. Todavía se conservan cartas de menú de aquella época, con algunos de los platos más surrealist­as jamás cocinados. El menú de Navidad de 1870 del exclusivo restaurant­e Voisin, del famoso chef Alexandre Étienne Choron, ofrecía a sus comensales los siguientes platos, coincidien­do con el día noventa y nueve de asedio: cabeza de burro estofado como aperitivo, consomé de elefante, nuggets de camello frito, guiso de canguro, chuletas de oso con salsa de pimienta, pierna de lobo con salsa de carne de venado, gato flanqueado por ratas o terrina de antílope con trufas. Algunos testigos relataron también sus experienci­as. Es el caso del columnista inglés del Morning Post Thomas Gibson Bowles, que enviaba en globo o paloma mensajera sus crónicas para sortear a las tropas prusianas. Bowles aseguró haber probado la carne de camello, antílope, perro, burro, mula y elefante, siendo esta última la menos sabrosa con diferencia, a pesar de su elevado precio. Igualmente, el escritor y político inglés Henry Labouchère se vio sorprendid­o por el asedio y

tuvo oportunida­d de probar la carne de uno de los famosos elefantes del zoológico del Jardin des Plantes: “Ayer comí un trozo de Pollux para la cena [...]. Estaba duro, grueso y grasoso, y no recomiendo a familias inglesas comer elefante, pudiendo conseguir carne de res o cordero”.

El fin del asedio

En su crónica The Siege of Paris by an American eye-witness, el médico estadounid­ense

El sitio terminaría con la capitulaci­ón del gobierno francés, en enero de 1871

Robert Lowry Sibbet relata otra sorprenden­te circunstan­cia: al parecer, se disparó el precio de la carne de rata, consumida, en principio, por las clases más bajas de la ciudad, a raíz de que se pusiera de moda entre la alta sociedad el paté de rata. “La carne de gato y perro rondaba los veinte-cuarenta centavos la libra, mientras que una ‘rata gorda’ podía costar cincuenta”, documentó Sibbet. El sitio de París terminaría a finales de enero de 1871, con la capitulaci­ón del gobierno francés. Este cedió a las exigencias prusianas de anexionar las regiones de Alsacia y Lorena, ricas en minas de carbón y hierro, al Imperio alemán, así como al pago de cinco mil millones de francos. La decisión del gobierno francés enfureció a su población, que se sintió humillada cuando el soberano enemigo, el rey Guillermo de Prusia, fue coronado káiser de Alemania en el palacio de Versalles. Este descontent­o popular generó numerosas protestas que terminaría­n, dos meses después, dando lugar a las insurrecci­ones de la Comuna de París, en marzo de 1871. ●

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A la dcha., el menú de Navidad de 1870 del célebre restaurant­e Voisin.
En la página anterior, uno de los elefantes sacrificad­os en el zoo del Jardin des Plantes para paliar la hambruna de la población.
A la izqda., una ambulancia circula por una avenida de París durante el sitio de la ciudad. A la dcha., el menú de Navidad de 1870 del célebre restaurant­e Voisin. En la página anterior, uno de los elefantes sacrificad­os en el zoo del Jardin des Plantes para paliar la hambruna de la población.
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